Mi último compromiso del día en la hermosa ciudad de Mérida marcaba la invitación para encontrarme con un grupo de padres de familia para cenar.
Llegue puntual (y con hambre) al restaurante ubicado en una casona espectacular sobre la avenida Paseo Montejo que al verla evoca la usanza francesa, un sitio con ambientación europea muy hermoso (como toda la ciudad).
Los padres ya se encontraban ahí, pedimos bebidas y al llegar estas alguien en tono de voz alto dijo “alto, voy a tomar un videíto para subirlo”, reímos por su “ocurrencia” pero luego ya no fue tan divertido, “su videíto” no quedaba, nuestras bebidas se calentaban y solo volteábamos a vernos, llego la comida y la misma persona volvió a parar todo para “sus videítos y fotitos para sus redes sociales”, observe la expresión de fastidio de su esposo al comentar “esto es siempre, todo el día sube todo a sus redes sociales” y sí, fue la última en terminar de cenar por estar posteando y revisando las reacciones (likes) a sus contenidos.
Y de hecho el esposo me pregunto si esta conducta era normal, pues ya los estaba conflictuando.
Y no, subir todo a redes no es una conducta normal, siempre hay un trasfondo psicológico (muy personal que puede ir desde carencias en la infancia hasta tratar de llenar vacios existenciales en adultos) que para definirlo y brindar la ayuda la persona debe aceptar que tiene un problema.
Hoy en día las redes sociales son consideradas imprescindibles en la vida diaria y usadas por casi todas las personas de todas las edades, en diferentes ámbitos.
El poder de las redes sociales al comunicarnos desde una pantalla en tiempo real con cualquier persona, desde cualquier parte del mundo es un avance tecnológico excepcional.
La psicología habla de que los seres humanos destinamos a hablar de nosotros mismos un 30 o 40 %. Pero gracias a las redes sociales esa cifra aumenta el 80 % cuando publicamos.
Y la razón por la cual algunas personas publican tan frecuentemente es la forma en que desean que los demás los vean y los reconozcan.
Un estudio demostró que la autoestima de las personas aumentaba cuando veían las respuestas a sus contenidos en su perfil en Facebook e Instagram o podía bajar hasta llegar a una depresión.
También está demostrado, que cada vez que obtenemos un like en una de nuestras publicaciones, nuestro cerebro libera una pequeña cantidad de dopamina.
Ya la hemos nombrado alguna vez, la dopamina es la hormona de la recompensa, y activa en nosotros una sensación placentera y de bienestar.
Una persona que publica contenido en las redes continuamente, puede llegar a desarrollar adicción a la dopamina y a la sensación que le produce y esto llegar a convertirse en un problema patológico.
Un estudio de la Universidad de Harvard mostró que la misma área del cerebro que se enciende cuando se consume cocaína u otra sustancia adictiva, se enciende al postear y revisar las redes.
Por lo tanto, actualmente las redes sociales son consideradas psicológicamente adictivas y desarrolladoras de trastornos de personalidad (en estudio, aun no clasificados por la OMS, DSMV, CIE 10).
Las redes sociales tienen efectos tanto positivos como negativos que impactan en la salud mental desencadenando síntomas psicológicos.
ueden repercutir en todos los ámbitos (personales, de pareja, sociales, profesionales, laborales, etc.) Estudios refieren que una de cada seis personas experimentará un trastorno de ansiedad en algún momento de su vida.
Afirmando que el uso de las redes sociales provocan baja autoestima y búsqueda del perfeccionismo, sentimientos de ansiedad, frustración, alteraciones del sueño y hasta envidia, que empeoran al ver lo que están haciendo sus contactos como el enterarse donde están, que están haciendo o hasta con quien están, que están comiendo, bebiendo, cuanto han entrenado, a donde se han ido de viaje, o hasta ver una foto con una frase tan nefasta, que claramente va dirigida en forma de indirecta, a un o una ex, en fin son solo algunos ejemplos pero que no dejan de ser reales porque los he visto y a veces pienso que muchos utilizan las redes como un diario personal.
Antes estas acciones eran parte de la vida privada, o solo se compartían con la familia.
Hoy en día, al subirse a redes sociales este tipo de información ha pasado a formar parte del dominio público, o al menos somos muchos los que nos enteramos.
Hoy en día la impresión es que si haces u obtienes algo y no lo publicas en Facebook o Instagram, es como si no lo hubieras hecho. Un psicólogo y experto en redes sociales, José Manuel Garrido, afirma que lo que publicamos en las redes sociales dice mucho de nosotros, y de las carencias que tenemos.
Según Garrido, aquellas personas que constantemente publican sus selfies, tienen la necesidad de ser aprobados y admirados por los demás, y podrían tener ciertos rasgos narcisistas.
Aunque las selfies donde una persona exhibe su cuerpo pudiesen denotar que tiene una gran seguridad en sí misma: en realidad suele ser falta de una buena autoestima, donde necesitan reforzarla con los comentarios y reacciones de los demás.
Por otra para refiere que las personas que publican muchas fotos con su pareja, tienen la necesidad de demostrar continuamente a los demás el “gran amor” que se tienen (aunque la pareja salga con cara de amargado, o sean del dominio público las infidelidades o lo toxico de la relación).
Además y según Garrido: las personas que constantemente publican lo que comen y con quien, o se toman fotos con personas importantes (políticos, artistas, diplomáticos, empresarios, etc.) quieren demostrar que tienen una vida social muy activa.
Pero también refleja sentimientos de inferioridad y miedo a pasar desapercibidos.
Algunos otros estudiosos de las redes, concluyen que las personas que publican mensajes, reproches o indirectas que van dirigidos clara y exclusivamente a sus ex parejas, familiares o ex amigos, carecen de las habilidades sociales necesarias para expresar sus emociones en persona.
Con lo que utilizan este medio para decir aquello que no se atreven a expresar cara a cara.
Por otra parte refieren, el que utilicemos en exceso las redes sociales para contar todo lo que hacemos, indica una gran soledad y la necesidad de obtener atención, aceptación y cariño. Y bien, de lo más nuevo esta padecer de “FOMO” que son las iníciales de fear of missing out, que se traduce como «miedo a perderse algo».
La expresión describe una nueva forma de ansiedad que surge ante la necesidad compulsiva de estar conectados no tanto posteando si no revisando continuamente que suben los demás a las redes. Y para concluir, por salud mental es importante diferenciar entre lo que es personal y lo que es privado.
Lo personal se refiere a cómo eres, qué te interesa, qué opinas de algunos temas, qué “te gusta” o qué es lo que “te divierte”. Lo privado es otra cosa, y quizás no sea necesario publicarlo en las redes.
No hay necesidad de que todos sepan lo que hacemos en cada momento, ni la necesidad de enviar indirectas a través de las redes.
Desde el punto de vista psicológico cuando se tiene esas necesidades, es probable que sea porque hay algo personal, un trasfondo psicológico que trabajar.
Feliz Domingo.
Lic. Miriam Morales
Psicoterapeuta
Citas 8688135337
CAPSI Matamoros