Eran las dos de la mañana de aquel lunes 11 de septiembre cuando unos gritos de desesperación despertaron a Abdel Moneim Awad al Sheikh: al levantarse descubrió que el agua se propagaba por todas partes hasta arrancar las puertas de su casa en Derna, ciudad ubicada en el este de Libia.
Las lluvias torrenciales que cayeron sobre esta ciudad en la noche del 10 al 11 de septiembre provocaron el derrumbe de dos represas, y una corriente de agua colosal, como un tsunami, se llevó todo por delante. Ahora delante de su casa en ruinas, Abdel Moneim, con la mirada perdida ante un paisaje desolador, recuerda cómo él y su familia sobrevivieron a la catástrofe, que ha dejado miles de muertos y desaparecidos.
«Me fui de casa sin llevarme nada, sólo mis gafas y el teléfono móvil. Salí y vi el agua golpear las puertas de hierro como un terremoto», narró a la agencia AFP el hombre de 73 años de edad.





