BBC.-Vivir con una desfiguración facial en una ciudad concurrida como Londres significa que en raras ocasiones soy invisible.
Hasta algo tan simple como un viaje en tren puede convertirse en un desafío de miradas, señalamientos con el dedo y susurros.
Tengo neurofibromatosis tipo 1, una condición que causa el crecimiento de tumores benignos en las terminaciones nerviosas, en mi caso, en la cara.
Puedo entender por qué la gente mira.
La desfiguración apenas está representada en nuestra cultura mediática, así que no me sorprende que la gente no sepa reaccionar ante ella.
Las miradas y los susurros no constituyen crímenes de odio, pero hacen que yo tenga que enfrentar a diario los prejuicios e ideas equivocadas de la gente sobre la discapacidad.
Aunque no me gusta ser objeto de constantes miradas, lo que experimento tampoco se puede considerar un crimen de odio por discapacidad. Eso sí es un tema más grave.
		




