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SE LLAMA LIDIA y tiene 73 años y vive en la colonia Popular, pero puede llamarse MARÍA, Toñita, Andrea, y vivir en pleno centro de la ciudad, o incluso en la colonia Jardín, y es una más de las miles de madres abandonadas por sus hijos y nietos, viudas irredentas; sus crepúsculos saben a llanto, mujeres «dejadas» por un marido que descubrió un amor tardío, o madres solteras que florecieron como la dulce yerba de las calles sin pavimentar, jubiladas que no recibirán hoy ni mañana una carta, ni siquiera de reclamo o de cobranza, presas sin futuro en cárceles como infiernos, mujeres enfermas que el único regalo esperado es que llegue el medicamento que les mitigue el dolor, mujeres en sus tumbas sin una flor, una lágrima, una oración, madres mexicanas en el Valle de Texas prisioneras de la esclavitud doméstica, madres tamaulipecas que no se acostumbran al hijo que desapareció, bien sea porque se fue a USA y jamás se reportó, o porque se fue quién sabe a dónde, madres trabajadoras que hoy será un día tan rutinario como otro… Hoy día de las madres, día de fiesta nacional para un pueblo ritualista, colorido en el sufrimiento y el regocijo -como es el mexicano- serán miles las que no recibirán un beso en sus mejillas añosas o tostadas por el sol del Poblado El Mezquital, no acunarán un abrazo de cortesía mal disimulada. Dios mío, ¿por qué no hemos construido una plaza para las mamás que se quedaron sin cariño? ¿Por qué no tenemos una plaza junto al río Bravo para las llorosas que sueñan con saber si un hijo vive o muere. Al menos este día ahí deberían estar ellas, las dolientes, y acaso un despistado, o muchos, sentiríamos el dolor intenso que sale de sus corazones remendados…LIDIA recibe la limosna de 65 y más, cada dos meses. A veces va tres veces al cajero del banco, o cuatro, y no hay saldo, «regrese luego.». A veces se le olvida comer, porque cuando se acuerda, sabe que no hay alimentos en la alacena. Debe el agua, la luz. Le dijo un médico en el Pumarejo que el corazón ya no anda bien, y a ella, como a otras mujeres desamparadas, eso le sonó a chiste. Si supieran los médicos lo que es un dolor de madre. LAS JUBILADAS pueden sentirse afortunadas, sonríen cuando llega el minicheque. Sienten un porrazo cuando escuchan el aumento en todo. Las ancianas son el sector más vulnerable de las reformas económicas, algunas tienen vergüenza y se niegan a pedir limosna, prefieren desaparecer el pudor y vender ropa en los tianguis. HAN VISTO a otras comadres buceando en la basura por algo que puedan revender, e incluso vendiendo sus pertenencias: un par de zapatos, una cobija. OTRAS se alquilan para cuidar niños, casas abandonadas, mascotas, haciendo mandados, juntar botes de aluminio: 16 pesos por kilogramo, o embolsar el mandado en las supertiendas…¿HABRÁ UN ASILO para morir a gusto, se preguntan todas las LIDIAS de Matamoros. Y la respuesta es no. El cuidado de los ancianos es un tema olvidado por el gobierno. Algunas iglesias hacen esfuerzos, algunos clubes, pero hay más ancianos en desgracia que gente solidaria. LAS PARROQUIAS, los templos, reportan un creciente número de pensionados que necesitan asistencia con las comidas, la higiene, la limpieza de sus hogares y el acceso a la salud. MATAMOROS SE ESTÁ poniendo viejo. Y nuestra insensibilidad crece ante este fantasma social. Ayer tarde sopló el viento. Las cabelleras de los árboles decían que estamos en mayo. ALGUNAS TUMBAS, donde descansan algunas madres, se cubrieron de recuerdos. MADRE, mi boca tiembla para definirte, porque apenas SUPE QUE EL MUNDO era mundo me enteré que la bondad puede ser un humilde plato, el olor a café en la cocina de los largos inviernos. TUS manos como mariposas que sanan el espíritu del mundo. FELIZ DÍA de las madres.


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