Por la pasajera
Con música de banda alterada, un joven chofer de la ruta de la colonia Puerto Rico recorre la ciudad de un lado a otro, a pleno medio día cuando el sol está en todo su esplendor y la temperatura está cerca de los 40 grados.
A mitad de la tarde aborda el microbús una mujer de apariencia descuidada, la mujer no tuvo suerte ya que no alcanzó lugares desocupados, por lo que tuvo que mantenerse de pie y levantar los brazos para poder sostenerse del tubo oxidado cubierto de cintas adhesivas de colores, dejando al descubierto la parte de sus axilas sudorosas.
Frente a ella iba una señora con dos niños, y como era de esperarse uno de los niños le dice a su mamá
«Mami a esa señora le apestan los sobacos bien feo»
La madre del menor le hace la señal de silencio con una cara de vergüenza, la mujer de pie solo se hizo la despistada y camino unos cuantos pasos más hacia la parte trasera del camión.
Al llegar a la zona centro de Matamoros la pesera empieza a vaciarse, pero de regreso al pasar por el mismo lugar, en la calle 11 justo frente a la plaza Allende también conocida como la plaza de los pájaros caídos, vuelve a abordar la gente, donde se sube un hombre cincuentón en estado de ebriedad, que vestía con una playera del uniforme de secundaria , a la gente le llamaba la atención y lo observaba con curiosidad, algo que para él por su avanzado estado etílico le pasaba desapercibido.
Su equilibrio no era muy bueno ya que al sentarse casi caía, durante el recorrido de la ruta el borracho se esforzaba por mantenerse en una sola posición.
El olor a sudor agrio de la mujer y el del alcohol barato que desprendía el nuevo pasajero hicieron una mezcolanza insoportable, incluso algunos se taparon la nariz, otros la boca, apenas aguantando vomitar, con lo que la catástrofe de aromas habría sido peor en el viejo micro.
Unos minutos después el borrachito abandonó el camión siguiendo su camino. Las personas que van a bordo siguen sudando la gota gorda ya que la mayoría de las ventanas viejas no bajan, se ven incómodas ante la situación que se presenta dentro del microbús destartalado, al chofer no le preocupa la situación de sus pasajeros, el lleva un mini abanico justo arriba de su cabeza, del cual a los pasajeros no les llega el aire.
La gente se siente sofocada, el inmenso calor es insoportable, el va a toda velocidad, va contrarreloj, sin pesar en los olores y los sudores de sus pasajeros, tampoco si alguno se le pasaron las cucharadas, su única preocupación es más adelante el checador le tomara el tiempo.





