EL PAÍS.- La leyenda de Whitney Houston sigue generando titulares. Cinco años después de la repentina muerte de la cantante, el festival de cine de Tribeca (Nueva York) acaba de estrenar un nuevo, e íntimo, documental sobre la estrella de la canción. Una cinta que ya ha empezado a generar titulares, pues gran parte de ella explora la
bisexualidad de Whitney Houston y su relación con quien fuera su mejor amiga y ayudante, Robyn Crawford.
Whitney: Can I Be Me, estrenado este miércoles, muestra imágenes inéditas de la cantante tanto sobre los escenarios como entre bambalinas e incluye también entrevistas con algunos de sus familiares y amigos más cercanos. La cinta parece apuntar que la relación entre la intérprete y Crawford —que no ha estado involucrada con el proyecto— fue más que platónica. “No creo que fuera gay, creo que era bisexual. Robyn le daba un espacio seguro… en el que encontraba seguridad y consuelo”, dice a cámara Ellin Lavar, uno de los amigos más cercanos de la artista, en unas declaraciones que recoge la revista People.
La película, dirigida por dos especialistas de los biopics como Nick Broomfield (Kurt&Courtney) y Rudi Dolezal (Freddie Mercury, The Untold Story), explica que en los últimos años de su vida Whitney Houston se encontraba en medio de continuas peleas entre su marido Bobby Brown(con quien estuvo casada de 1992 a 2007) y Crawford (a quien conoció cuando tenía 16 años en Nueva Jersey). “Bobby Brown y Robyn eran como el fuego y el hielo. Se odiaban”, recuerda en la película David Roberts, guardaespaldas de la cantante en quien se basó la famosa película que Whitney Houston protagonizó en 1992 junto a Kevin Costner. “Robyn y Whitney eran inseparables. Tenían un vínculo y Bobby Brown nunca pudo apartar a Robyn. Él quería ser el hombre de la relación”, cuenta Kevin Ammons, exmiembro del equipo de seguridad de la intérprete de My Love Is Your Love.
Según Ellin Lavar, cuando Crawford se apartó de la cantante tras su gira en 1999 empezó el declive de la estrella, quien murió a los 48 años en febrero de 2012tras un infarto al corazón tras tomar varias drogas. Tras su muerte Crawford redactó un obituario para la revista Esquire, en el que la definía como una “amiga leal que parecía un ángel”. “Amaba su risa, eso es lo que voy a echar más de menos”, escribía





