Las dos camas se hunden el piso de tierra, reblandecido por las lluvias recientes, Idolina y su hermano David Arguello ya saben que tienen que pisar con cuidado, sobre todo el hombre, de 80 años, ciego por las cataratas, que se levanta a poner el agua para café, seguramente lo único que probaran a lo largo del día.

la foto 1Juntos mitigan su soledad y se ríen al escuchar el mutuo gruñidero de tripas, viven en la absoluta miseria al fondo de la calle Canal, en la colonia Expofiesta Oriente, abandonados por sus hijos y apenas comiendo de las sobras de los vecinos.

«Hoy nada más tomamos café, yo espero en un rato mas salir a juntar botes de plástico y cartón, solo a dos cuadras porque la pierna tullida no me deja caminar más, pero si junto algo puedo comprar unas tortillas y a lo mejor dos huevos», explica Idolina mientras se espanta las moscas.

Su hogar no es más que un ticuruho de madera vieja, con piso de tierra y hojas de lamina todas picadas por la lluvia y el sol, el paso del tiempo terminó por hundir la vivienda al grado que con las últimas lluvias Idolina y su hermano David chapoteaban dentro de la casa, como si estuvieran en una alberca.

«Lo que se necesita aquí es un camión de tierra para levantar la casa, esta misma casa porque no tenemos para comprar otra, y así no se meta el agua cada que llueva».

El único ingreso de los Argüello es la pensión de 850 pesos que el programa Oportunidades, ahora Prospera, destina cada dos meses a nombre de Idolina, que cuando amanece sin un centavo sale a la calle a juntar botes de plástico que le cambian en la tienda por algo de comida.

«Mi esposo murió hace como diez años y me quedaron mis hijos, pero ellos no viven ni vienen aquí, a veces uno que esta en Miguel Alemán se da la vuelta a darme una despensa, pero pasan meses de eso,  el otro hijo vive en Veracruz y a las muchachas que son 3 no las quiero molestar porque tienen sus familias y sus necesidades, por eso no les alcanza para darme».

Debajo de los lentes oscuros de David, en el umbral de los 80 años, se dibuja una mueca:

«Yo también tengo dos hijos pero como si no los tuviera, desde que me quede ciego la mujer se fue y ellos no son buenos ni para venirme a visitar».

A falta de mayores afectos, La Paloma y El Roñas, dos perros callejeros, se han convertido en los protectores de esta pareja de ancianos que pasan los días en la absoluta precariedad en la colonia Expofiesta Oriente,  bajo el hostigamiento de moscas y zancudos, aguantandose el hambre y viendo como la casa se cae a pedazos encima de ellos, sin que nadie, más allá de los vecinos, se compadezca de su situación.

 

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