Quince años después de que una bala le atravesara el riñón y la columna, José Monico Urquiza afirma que el proyectil solo le quito el movimiento de sus piernas, pero le dejó intactas las ganas vivir y salir adelante por sus dos hijos.
Así, policía en reposo, el hombre que ahora tiene 48 años es papá de tiempo completo, José Mónico Urquiza celebrará este domingo la oportunidad de estar con los suyos y de ver como la familia se agranda con la llegada de Moniquin, su nieto, un chamaco sonriente y despabilado al que lleva y trae en la silla de ruedas en la que está postrado desde 1999.
Fue ese año, el 4 de agosto, cuando como elemento del segundo turno de la Policía Municipal de Matamoros atendió en la recién fundada colonia Ampliación El Porvenir un llamado de asalto a una familia humilde, tras llegar y hacer un reconocimiento de la zona a bordo de la patrulla 026 fue atacado a balazos por el criminal, uno en la pierna y 3 más en el abdomen que lo atravesaron de lado, uno de los proyectiles le alcanzó la columna y le cambió la vida.
«Claro que en estos años hay ocasiones en que me he sentido desesperado, sobre todo el año y siete meses que pase acostado por recomendación del doctor, ahí comía, ahí me acaban, ahí veía crecer a mis hijos que estaban muy chiquitos, Monico tenía 6 años, la Lupita 4, pero entonces y siempre le he pedido a Dios que me ayude, y aquí estoy ahora viendo crecer a la familia con mi nieto Moniquin».
Un sol bravo calienta las calles de la colonia México, donde José Mónico vive con su familia, en las afueras una vieja Van estacionada muestra el ingenio y creatividad de este policía pensionado de 48 años, pues para poderse trasladar, le adapto una rampa motorizada en la que sube la silla de ruedas, y le permitió adaptarle un sistema con el que maneja freno y acelerador con las manos ante la imposibilidad de usar sus pies.
«Ese sistema yo lo vi en unas camionetas en Estados Unidos, muy moderno, pero venía de fábrica, yo pense que con algo de paciente lo podía hacer a la mexicana, y ahi esta, en esa camioneta voy y vengo a todos lados, es con la que cruzó al otro lado a comprar el mandando y algunos triques que luego vendo para sacar adelante a la familia».
Clave Cero
Desde aquel agosto aciago de hace 15 años en que perdió todo movimiento de sus piernas, la salud de José Mónico ha sido puesta a prueba varias veces, como resultado de la agresión a balazos también tuvieron que quitarle un riñón, que fue lastimado por una de las balas que le dispararon hace 15 años en El Porvenir.
«Una de las balas alcanzó un riñón pero al principio no me lo sacaron, solo que quedó sentido y siempre traía infección por eso como a los 3 años me lo quitaron para que pudiera estar bien, en cuanto a lo demás los doctores nunca me dijeron que no iba a volver a caminar, ellos me dicen que conforme pase el tiempo, con la tecnología, y una buena administración que quiera financiar la operación, yo tendría alguna posibilidad, pienso que es cierto, mire…».
El tiempo no perdona, Jose Monico sentado en su vieja silla de ruedas lo sabe bien, con el paso de los años y la vida sedentaria dejó de ser el policía esbelto de uniforme azul que vigilaba la ciudad de 7 de la noche a 7 de la mañana, por la falta de movimiento aumento unos 20 kilos, pero eso no le resta fuerzas y muestra cómo a partir de ejercicios que el mismo invento ha empezado a mover la pierna derecha.
«Antes yo no sentía las piernas, daba la orden para que se moviera pero nada, ahora ya la muevo, muevo el pie, y en la izquierda todavía no hay mucho avance, pero siento que en cualquier momento la voy a mover también, eso es mucho avance porque creo que voy mejorando, poco a poco, a lo mejor con terapia, si el municipio me apoyara con la operación, creo, tengo mucha fe en que podría volver a caminar»
En el umbral de sus 50 años, aun en silla de ruedas, José Mónico sigue siendo el principal sostén económico de su familia, de la mano de su esposa María Mariela Torres Muñoz, todos los días le hace lucha para obtener recursos extras a los de la pensión de 4 mil 400 pesos mensuales que el gobierno municipal le entrega.
«Pues es un dinero que no alcanza, hace 10 años que esta así, no es una pensión justa ni para llevar una vida digna, porque de ahí tiene que pagarse la luz, el agua, la comida, yo creo que a nadie le alcanzaría, ya tiene muchos años me dedico aparte a traer mandadito del otro lado, a comprar algunos triques, muebles pequeños, colchones viejos que luego alguien puede necesitar aca, tenis y zapatos, lo que caiga que pueda venderse».
En uno de los accesos de la vieja casona de material, Maria Mariela pone venta de ropa usada todos los días, de ahí salen los 50, los 70, los 100 pesos que contribuyen al gasto familiar.





