El ruido de los helicópteros que resguardan el Centro de Convenciones de Tampico no logra acallar el reclamo de Graciela Perez Rodriguez, una modesta maestra de inglés cuya hija y cuatro familiares cercanos desaparecieron sin dejar rastro hace dos años.
«Mientras yo no tenga un cuerpo, para mi ellos siguen vivos, es lo que le quiero decir al Secretario de Gobernación».
Sola y sosteniendo entre sus manos la lona plastificada en la que aparece la foto de su hija Mylanaly Piña, entonces de 13 años y que ahora de estar viva debe encontrarse en el filo de los 16, su hermano Ignacio Pérez Rodríguez, sus sobrinos Alexis y José Arturo Dominguez Perez, así como su otro familiar de nombre Aldo de Jesus Perez Salazar recuerda como el 12 de agosto del 2012 el grupo fue secuestrado en algún punto de Ciudad Mante, Tamaulipas.
«“Cada día que me levanto, le digo (a Milynali) que por nueve meses de gestación la mantuve en mi vientre y ahora la mantengo con fortaleza, para que vuelva a mí con bien. La sigo buscando. ¡Sólo le pido que resista!”».
Aun y cuando se mencionó que durante su nueva gira de trabajo, Miguel Osorio Chong dialogará con personas de la sociedad civil de Tampico, lastimadas por la violencia, a esta adolorida madre de familia que ha pasado los últimos 22 meses en el infierno, se le negó el acceso al recinto, donde a puerta cerrada sesiona el Gabinete Nacional de Seguridad
Acostumbrada al rechazo, la maestra Graciela, la misma que el 13 de noviembre del 2012, interrumpió un discurso del entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa para exigir la aparición de sus seres queridos, no terminó su protesta y soportó de pie las preguntas de los reporteros y funcionarios que le pidieron retirarse de las afueras del Centro de Convenciones.
Sin soltar la manta, la mujer pide al gobierno federal de Enrique Peña Nieto, hacer algo por las familias tamaulipecas a las que les ha sido secuestrado un ser querido.
«Pues la nueva estrategia de seguridad para Tamaulipas no incluye un plan para los desaparecidos».
		




