ESPN.- Los fantasmas de antaño recorrieron con sigilo el Azul. En un Cruz Azul ante América nunca está sentenciado el marcador hasta que se dé el silbatazo final. Antes de eso puede pasar cualquier cosa. Es una rivalidad llena de
imprevistos, de situaciones inesperadas, de sorpresas continuas. La Máquina llevaba tres goles de ventaja, todo a su favor para aniquilar a su acérrimo rival, pero volvió a ceder ante su debilidad, cayó en sus yerros históricos y se fue con las manos vacías tras recibir cuatro goles sin respuesta alguna. América se volvió a mofar para celebrar.
No importa que durante 45 minutos La Máquina sea una auténtica locomotora y pase por encima del América, el cuadro azulcrema se puede dar ese tipo de lujos. Al final encuentra la manera de responder, de dar vuelta a las adversidades y salir avante. En el Azul consiguió una de sus más grandes proezas para llevarse tres puntos y el alma completa de un Azul que volvió a llorar.
Cruz Azul se olvidó rápidamente de lo que debía hacer sobre la cancha. En 45 minutos cambió de papeles. Creyó tener sentenciado a un rival que de bajar los brazos sabe poco o nada cuando los celestes están enfrente.
Un excelso primer tiempo sirvió al cuadro cementero para festejar en casa, al menos 45 minutos. Los celestes fueron efectivos y seguros. Parecían tener la fórmula para humillar, pero salieron humillados.
Christian Giménez en un par de ocasiones y Francisco Silva con un tanto más, encaminaban la que parecía una victoria categórica frente a un América que se desmoronaba poco a poco. Festejo puro en el Azul. Incluso se coreaban los oles.
La fiesta celeste duró 45 minutos. No más. Faltaba la réplica americanista. Las Águilas se enfurecieron en el vestidor, tomaron un respiro, agarraron fuerzas y volaron todo el complemento. Nada ni nadie los detuvo. Ni siquiera los cambios defensivos de Tomás Boy que sacó a su talismán Giménez y se perdió la garra cementera, que quedó desbordada en una jugada de Aldo Leao, quien se fue expulsado para abrir la ventana de oportunidades.
Oribe Peralta anotó el primero y el América se dio cuenta de repente que había espacio para responder. El Cruz Azul seguía con la mente puesta en lo avasallador que fue el primer tiempo y con eso se conformó.





