Por La Pasajera

Son casi las ocho de la mañana del lunes de regreso a clases, la mayoría de la gente sale de sus hogares para ir rumbo al trabajo o a dejar a los niños a la escuela, el tráfico está a todo lo que da y la gente ya va tarde a sus distintos destinos, las avenidas principales de la ciudad están llenas de peseras, taxis y algunos transportes escolares, la gente se ve desesperada y hasta se pasan el semáforo en rojo sin importar llevar niños a bordo.

En la pesera no pasa lo mismo, al chofer no le importa que sus pasajeros tengan prisa, a él sólo le importa llegar a tiempo a su checada.

la fotoEn la avenida del niño aborda el camión una señora con un niño que aún va medio dormido, él iba de uniforme: playera y pantalón que en su tiempo fueron blancos eso si bien planchado, zapatos que definitivamente no se ven nada nuevos, todos trompeados y por si fuera poco le faltó a la mamá ponerle aunque sea una embarradita de gel para que se le aplicarán los pelos parados que llevaba.

A las carreras la mujer mi acicalaba, como si mes y medio de vacaciones no fue suficiente para ponerse a cortar las uñas a su pequeño, ya que se le ocurrió hacerlo justo el día que regresaría a clases y para acabarla en la pesera, la tortura del niño no acababa ya que el quería ir dormido en el camino pero cada que el chofer pisaba el freno de golpe la mamá lo pellizcaba con el cortauñas y el inocente pegaba el grito de su vida:

» ya déjame dormir mamá me duele mucho»

A los demás pasajeros les llamaba la atención pero después de aproximadamente 15 minutos de tortura la mamá terminó la misión que pudo haber hecho durante las vacaciones y el niño al fin pudo dormir hasta llegar a su escuela.

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