BBC.- Kumok solía ser una derrochadora y se volaba el presupuesto comprando cosas en oferta que no necesitaba y gastaba mucho dinero en restaurantes.
Aunque no le sacaba todo el jugo a las tarjetas de crédito ni se ahogaba en deudas, estaba gastando más allá de sus recursos.
Ahora tiene una lista de productos que absolutamente no compra, incluidos libros, cuadernos y material de oficina; tres de las cosas que no requiere, pero en las que antes le encantaba gastar dinero, en detrimento de su cuenta de banco.
Gran parte del problema es la impulsividad. Cuando Kumok se mudó a Londres por un año, por ejemplo, compró cada guía de turistas que pudo encontrar, incluidos títulos como «la guía de Londres para amantes de los libros» y guías oscuras para áreas específicas de la ciudad. No podía evitarlo.
«Está en nuestra cabeza», dice, riéndose. «Es tan fácil gastar diez dólares aquí y 20 dólares acá, pero todo suma«.
Kumok, que ahora tiene un blog llamado «Debt Free After Three» (algo así como «Libre de deudas después de tres»), no leyó ninguna de las guías de viaje y tuvo que pagar US$150 en exceso de equipaje por traerlas.
El gasto impulsivo es un gran problema para muchos. Una encuesta del Banco de Montreal de 2012, por ejemplo, encontró que los canadienses gastan, en promedio, el equivalente a unos US$2.987 en este tipo de compra.
Otra encuesta de Creditcard.com concluyó que 75% de los estadounidenses había hecho una compra impulsiva, mientras que el 10% había gastado más de US$1.000 en un solo producto.





