Por La Pasajera

Llueve a mares. El destartalado autobús avanza a tientas por la avenida inundada, es de la ruta Juárez y las miradas sólo se alejan de las ventanas cuando sube al micro una mujer cuya vestimenta la delata como una trabajadora del oficio más antiguo del mundo.

pesera-matamorosSe subió justo frente al canal apestoso de la colonia Juárez, apenas cubierta con una minifalda negra de licra y blusa de tirantes roja de satín, la adornaban unas marcas en el cuello y por si fuera poco al subir las brazos y sostenerse del tubo oxidado reveló una falta total de depilación y las miradas indiscretas del resto de los pasajeros se posaron sobre sus axilas velludas.Gruesas gotas de agua se cantan al interior del micro y ya de regreso, en el puente nuevo, la gente remojada empieza a abordar el reconocido microbús de las líneas moradas.

A la carrera sube un hombre tipo americano, más mexicano que el himno nacional, ya que antes de abordar le pregunta al chofer:

“Oye men, está ruta pasa por la casa del inmigrante?”

bolsa-imigranteEl pesero contesta que sí, y aunque aún quedan asientos por ocupar el pesero se desespera por el mal tiempo y decide seguir su camino y acelera.Tras  casi una hora de camino, el chofer se detiene en el checador de INFONAVIT Los Ángeles, donde las casas se caen a pedazos y las calles están llenas de baches, el hombre aprovecha que el chofer se detuvo y vuelve a preguntar:

“Señor, falta mucho para llegar a la casa del inmigrante?

Al pasaje le causa  gracia y se ríe, el pesero le contesta que falta poco. Minutos y cuadras después el chofer le avisa que debe bajar, el hombre sujeta la bolsa con la que los avientan del puente, se baja en la ampliación solidaridad y sigue sucamino rumbo al albergue donde recibirá comida y cobijo durante tres días.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here