Paul Braithwaite era conocido en Gran Bretaña como «el niño más alérgico del mundo» y durante 20 años luchó contra una extraña enfermedad que lo hacía tener reacciones cuando tocaba el polvo, el sol, la hierba, la tela, los animales y hasta con la comida que sus padres le preparaban cuidadosamente.

Su padecimiento, llamado gastroenteropatía eosinofílica, lo hacía vomitar y tener severas erupciones en la piel al entrar en contacto con estos elementos o cuando comía la mayoría de los alimentos. Por ello desde bebé tuvo que someterse a fuertes tratamientos médicos que derivaron en problemas estomacales y un retraso en el crecimiento.

A pesar de que siempre luchó y fue muy maduro cuando comprendió que estaba enfermo, este padecimiento con el tiempo lo fue aislando, pues le daba vergüenza que la gente lo viera tan pequeño y hasta debilitado, pues tenía el tamaño de un niño de 10 u 11 años, cuando en realidad ya era todo un joven.

Conforme fue creciendo se ocultó y solo tenía un amigo, dijeron sus padres Kelly Thornton y Darren Braithwaite al medio local Hull Daily Mail. Rara vez salía de casa y prefería quedarse en su habitación jugando con sus consolas o en la computadora, pero cuando lo hacía, realmente disfrutaba de practicar tiro con su papá.

«Pasó la mayor parte de su vida dentro y fuera del hospital, pero fue muy valiente y tuvo que adaptarse a esto, haciéndolo su forma de vida normal. Logró mucho», escribió su mamá en GoFundMe.

Sin embargo, una de las cosas que más amaba era jugar futbol, tanto así que en algún momento el periodista Eamonn Holmes mandó a poner pasto sintético en su patio para que pudiera practicar e incluso el ex entrenado de Inglaterra, Fabio Capello, le mandó una carta para decirle que era un chico muy valiente.

Desafortunadamente, la salud de Paul se fue mermando con el paso de los años debido a los medicamentos que debía tomar, ya que la extraña enfermedad así lo requería. El pasado 20 de junio su cuerpo no resistió más y falleció a los 20 años en el Hospital Castle Hill de Inglaterra, informaron devastados esta semana sus papás.

Kelly dijo que su hijo siempre luchó y que tenía aún muchos sueños por cumplir. Paul confiaba en que se recuperaría pronto para volver a jugar futbol pero sobre todo para poder adoptar el perrito beagle que había deseado desde que era niño, practicar nuevamente tiro con su padre Darren y estrenar la laptop que recien había comprado.

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