Con miras al proceso electoral del 2015 el PRI se prepara y mientras a nivel estado empieza a dar línea hacia para que una desangelada y desconocida Mónica González sea la candidata a la diputación federal, el ex alcalde Erick Silva Santos no deja de dar patadas de ahogado con tal de quedarse con esta posición.
Tal circunstancia quedó en evidencia la tarde del pasado lunes 16 durante la renovación de la Fundación Colosio, en la que Blandina «Wendy» Guerra se despidió y dio las gracias para ceder su lugar al abogado Rubén Hiram González Barrera, de cuyo currículum lo más notorio fue una doble incursión como jefe policiaco en Matamoros.
Apretados en uno de los salones del Holiday Inn, propiedad de Ricardo «El Caballo» Martínez uno de los empresarios más favorecidos por los gobiernos priistas y prestanombres del ex gobernador Tomás Yarrington Ruvalcaba, la crema de la militancia tricolor se reunió para enmedio de un calor agobiante ver llegar como en pasarela algunos de los que podrían ser sus gallos fuertes para la diputación.
Puntual dentro de la guayabera blanca, el ex alcalde Silva Santos y su hermano Héctor, como si Germán Dony y Rony, entró con poses triunfalistas al recinto que parecía baño sauna, y donde se topó con una larga fila de desempleados: Miguel González Medrano, Aristóteles Cerda, Mario Tapia, Guadalupe Reyes, Lupita Pérez Navarro, Julián Álvarez y otro montón de los corridos de Lety.
En su desesperación por regresar al escenario político y a la ubre presupuestal de la que ha vivido los últimos 20 años, Erick pregono durante todo el fin de semana que ya tenía «amarrada» la candidatura a la diputación federal, discurso que se le cayó cuando al cabo de los minutos el invitado especial y presidente nacional de la Fundación Colosio, Adrián Gallardo, -eterno aspirante a gobernador- y el líder del PRI en Tamaulipas, Rafael González Benavides llegaron custodiando la figura espigada, sin gracia y hasta mal vestida de Mónica González García, la secretaria estatal que son mayor trascendencia ni popularidad local, buscan hacer candidata a un curul en el Congreso de la Unión.
Con paso torpe, Mónica avanzó con los ojos muy abiertos, como cuando la parean a los conejos, y fue saludando a los lambiscones de la primera fila hasta llegar donde el malencarado Erick Silva Santos la esperaba ya para darle el beso de Judas y el reproche en silencio por casi arrebatarla la posibilidad de seguir robando al pueblo.
Dos pasos atrás, como si fuera el papa de la quinceañera, Rafael González se desvivía en halagos hacia Mónica, que al tener poco roce con la clase priísta local se dedicó a repartir besos y a pelar el diente mazorquero.
El antes apestado Adrián Gallardo, ahora poderoso no por su liderazgo en Fundación Colosio sino por su cercanía conocida a Enrique Peña Nieto, trato a todos con condescendencia e hipocresía, menos a Mónica González a quien ya ve como una aliada en el congreso de la unión y de quien incluso sólto en su discurso una promesa:
«En esta mesa, como dijo Manlio (Fabio Beltrones) las mujeres son menos, pero pesan más».
Al término de la ceremonia, ya con la línea marcada a favor de Mónica González cuyo desempeñó como Secretaria de Desarrollo Económico y Turismo la ha convertido en una mentirosa profesional inventando futuras inversiones y capital turístico en una entidad considerada entre las más violentas del país, era de esperarse que todos buscarán tomarse la foto con el enviado de Peña Nieto y la futura candidata del tricolor.
A Erick Silva Santos nadie lo despidió, se fue con la cola entre las patas, abrazado de un despeinado Homar Zamorano Ayala, quien lo consolaba del knock out recibido.
