Por Juan Hernandez
Las sonrisas inocentes de Rafael, Julissa Aurora y Fidel, derritieron las temperaturas congelantes que se vivieron la noche de este fin de semana y que tuvieron que acudir al refugio temporal del Mundo Nuevo acompañados de su madre Antonia Hernandez.
A falta de cobijas y como ya no aguantaron los fríos vientos que se «colaban» por las rendijas de las tablas viejas que forman la casa de madera en el ejido las Rusias, la mama de los infantes de 1,6 y 9 años respectivamente decido buscar el albergue al caer la tarde. Antonia de 36 años quedó viuda ya que el papa de los menores falleció hace un año y trabajaba cuidando un rancho, siendo este empleo todo lo que le dejó por herencia.
Ya alojados con colchonetas y cobijas la dama y sus tres pequeños pudieron dormir sin frío alguno además de recibir alimentos calientes, pero los más felices sin duda son sus angelitos pues comentan con sus caras llenas de felicidad y sonrientes. Esa felicidad y esas sonrisa puras y llenas de inocencia ajenas a cualquier desigualdad y que se antepone a cualquier adversidad de la vida siendo capaz de romper cualquier dolor comentan con su vocecita apenas audible «No tuvimos frío porque dormimos abrazados de mi mami y de mis hermanitos».





