La Iglesia de la Comunidad Metropolitana tiene presencia en Chihuahua, Nuevo León, Jalisco, Querétaro, Tamaulipas, Aguascalientes, Ciudad de México y Puebla.

Cada 15 días, un pequeño apartamento en el Centro Histórico de Puebla se convierte en una iglesia en la que convergen símbolos como crucifijos y una bandera arcoíris; se trata del único centro religioso que arropa a la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) en el estado.

«Dios no discrimina y nosotros tampoco», es la filosofía principal de esta iglesia cristiana protestante, en la que los asistentes adoptaron como himno la canción ‘A quién le importa’, de Alaska y Dinarama.

La iglesia no busca ser una nueva religión sino un lugar en el que todas las doctrinas converjan, pero sobre todo, un espacio seguro en el que sus integrantes puedan expresar libremente su espiritualidad, sin ser rechazados ni marginados.

En el altar principal de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana Puebla Libres por Amor hay una mesa larga con una bandera LGBT y un mantel blanco donde lucen artículos de la liturgia como cruces y veladoras.

«Desde que la encontré me ha abierto la posibilidad de regresar a la iglesia, de seguir creyendo en Dios; de reconectar con lo divino. Es algo que había perdido porque a veces te sientes muy excluido en las iglesias tradicionales; este espacio me llenó de amor, me lleno de una nueva familia, de amigos», dice a MILENIO Ever Tomé, uno de los feligreses.

Libres por Amor, así es la primera y única iglesia gay en Puebla | Miguel Ceballos
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Fundada en 1968 en Estados Unidos y con presencia en al menos una decena de países, la Iglesia de la Comunidad Metropolitana abraza a personas de diferentes orígenes y realidades, incluyendo padres, madres y amistades de personas LGBT, misión que inició hace nueve años en Puebla.

«Lo difícil ha sido el poder recibir a gente que viene muy lastimada de sus iglesias. Vienen sintiéndose excluidos, discriminados, violentados de lugares que se han atrevido incluso a someter a las personas a terapias, a las mal llamadas terapias reparativas. Hay personas que llegan con mucho sufrimiento y vienen buscando seguridad, esperanza, un lugar seguro dónde no se les pretenda cambiar, dónde no se les pretenda corregir, porque no hay nada que curar» aseguró el pastor Enrique Zenteno a MILENIO.
Y es que «en la iglesia tradicional los discursos son muy disfrazados de odio, le tiran mucho a la gente que pertenecemos a la comunidad y pues poco a poco va haciendo que te vayas alejando», relata Ever, mientras se persigna al llegar de la mano de Edgar, su esposo desde hace cuatro años.

Agrega que, dicha discriminación «duele porque tú crees, y a veces también te crees lo que te dicen, empiezas a dudar, si Dios te quiere, si Dios te ama».

¿Cómo es la congregación de la iglesia cristiana?
Como en cualquier otra iglesia, aquí también se canta, se reza y se escucha la palabra de Dios a través de pasajes bíblicos.

 

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