Para los priístas tamaulipecos, Felipe Garza Narváez, el tres veces diputado federal esta más que muerto luego de que presentará su renuncia como militante de tal organismo político.
O por lo menos así lo demuestra el que le llevaran una ofrenda floral, como la que se le pon e a los muertos, con la leyenda:
«Grasias Felipe Atte Priístas de Corazon».
Lo que a la consigna le faltó de buena ortografía le sobraba de razón: quien llego a ser dirigente del tricolor y vocero de la ultima campaña, la de Baltazar Hinojosa Ochoa no se tentó el corazón para decir adiós a sus 43 años de militancia.
Manos desconocidas llegaron hasta donde se ubicaba la flamante camioneta blanca de Felipe y le pusieron a un contado la ofrenda casi mortuoria, mientras el politico mañoso, a quien llegaron a decirle El mercadito, por aquello de que tenía muchos puestos y en todos cobraba, hacía circo, maroma y teatro, para salirse del partido que lo cobijó, encumbró y sobre todo, enriqueció.
Con los bolsillos llenos y la posibilidad de calzarse otros colores, el cínico Felipe no descara incluso participar por la vía independiente en aras de conquitas su obsesión más clara: la alcaldía de Victoria.





