Jenna Evans, de California, tuvo un sueño muy vívido con unos «tipos malos». Tanto así que, dormida como estaba, ocultó en su estómago 2,4 quilates de diamantes engarzados en oro.
Al darse cuenta de que, efectivamente, lo más probable era que se hubiese tragado la alianza, despertó a su novio para contarle lo ocurrido. Según lo relató Jenna en una publicación de Facebook, los dos se rieron «bastante fuerte durante aproximadamente una hora y media», después de lo cual ella llamó a su madre, las dos volvieron a reírse «hasta llorar», y luego, finalmente, acudieron todos a un centro médico.
Los especialistas descartaron la opción de esperar a que el anillo saliera por vía natural y remitieron a la paciente al servicio de gastroenterología, donde le practicaron una endoscopia superior y recuperaron el anillo (eso sí, se lo entregaron a su pareja, no a ella).
El prometido finalmente le devolvió el anillo el pasado jueves. «Prometí no volver a tragarlo. Todavía nos vamos a casar y todo está bien en el mundo», contó Jenna.





