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DICE EL FILÓSOFO Fernando Savater que la soberbia del hombre, milenaria, tonta, nos ha hecho perder la otra hermosa mitad de la humanidad: LA MUJER. Este mundo cambiará cuando ellas participen en todos los ámbitos. GIOCONDA BELLI, la poetisa y novelista nicaragüense, que recién dictó una conferencia en el Valle de Texas, es un ejemplo de ello, la bella mitad inteligente, hermosa, culta. ELLA dice que ha vivido una vida intensa, que ha sido feliz «porque ahora que soy… eso que dicen, de la tercera edad, me ocurren muchas cosas fantásticas, a mí me gusta.» La idea que no puede asimilar es la de la muerte, de acabarse para siempre. “Quiero negar la muerte. Me voy a morir, obviamente, pero quiero vivir como que voy a ser inmortal”. Esta mujer de espíritu siempre joven, que luchó con la guerrilla que acabó con la dictadura de Somoza en 1980 ha vivido su vida como una novela (qué envidia), pero luego se desencantó del socialismo del sandinista Daniel Ortega, y hasta ha creado un partido político, el Partido de la Izquierda Erótica (PIE). Mientras tanto, ha sido madre, ha escrito inolvidables versos, ganado premios internacionales, «y disfrutado del helado de chocolate y de los hombres. “Los hombres me han hecho la vida muy alegre…»
EN su nueva novela, «La intensidad de la luna», la protagonista se siente angustiada, porque tiene 48 años y está llegando a un momento en el que empieza a cuestionarse si va a seguir siendo bella, si va a seguir siendo atractiva, si va a seguir siendo sexualmente deseable, si se va a volver invisible. Son preguntas que mucho nos hacemos las mujeres…COMO VA espantando de a poco la vejez… hay todo un proceso de aceptación y de aprender cómo vas a enfrentarla. Una vez que la tienes enfrente vas dándote cuenta que no es terrible, lo que tienes que hacer es gozar la parte buena, que es la parte de la experiencia, de saber quién eres, qué es lo que quieres…LA MUJER marca etapas, biológicamente cambia. Está la menopausia, que es una cosa que nos pasa y te dice: “Ya se te acabó tu vida reproductora”. A medida que una va creciendo vas dándote cuenta que el tiempo se te está acabando, que la muerte se te acerca. Creo que más que aceptar lo que uno es en el momento, lo que más cuesta es aceptar que te vas a acabar…¿miedo a la muerte? Sí, no me gusta para nada. Creo que cuando me muera mi epitafio va a ser: “Yo no quería estar aquí”…He tenido una vida intensa. Y creo que esa es la felicidad, es sentir que el potencial que tenías lo has podido desarrollar. No quiero ser tan arrogante de decir que hice todo lo que quería hacer, pero pienso que desde un punto de vista aristotélico, de sentirte que tu responsabilidad es desarrollar tu potencial, he sido bastante responsable con mi potencial, y eso me ha dado muchas satisfacciones…¿Se puede ser feliz en un mundo con tantas noticias horrendas?
No. La felicidad es muy relativa en ese sentido. No hay grandes soluciones. Esa es la gran equivocación. Creo que las soluciones son todas pequeñas. Pero hay una mentalidad muy masculina de crear en eso, por eso siempre apelo a la ética femenina, en el sentido de decir: “Pensemos en pequeño”. Si comenzás a solucionar pequeñas cosas, vas a llegar a solucionar las grandes cosas…¿cuál sería la fórmula de la felicidad? En primer lugar darte cuenta que la felicidad no es estable, que está compuesta de alegría y tristeza. De que si vives intensamente, sin miedo, si te apegas a las cosas que quieres hacer y eres humilde, si te das cuenta que no vas a lograrlo todo, pero gozas lo que logras…GENERALMENTE para una mujer joven la felicidad consiste en el encuentro con un hombre, el llamado hombre de tus sueños, y en esa parte de la vida los hombres juegan un papel importante para las protagonistas. Creo que eso les pasa a todas las personas, hombres y mujeres: el amor y las relaciones personales y la relación con la persona que realmente es importante en tu vida…
¿El amor condiciona felicidad? En algún momento sí, después llega el momento en que encuentras a la persona que no es perfecta, pero que es la otra mitad, y te tranquilizas… Hay un tabú en la sociedad relacionado a la sexualidad y la edad, de que a una determinada edad la mujer ya no puede vivir su sexualidad. ¿Cómo vive usted la suya?…¡Fantástica! Lo dice la ginecóloga de Emma en el libro, le da toda una charla y le dice que es la época de vivir la sexualidad sin el riesgo del embarazo, ya con madurez, con sabiduría, con toda la experiencia y con esa mezcla entre la emoción, la cabeza y el cuerpo. Todo lo que se construye alrededor de esta edad es muy negativo, y por eso quería escribir esta novela. En parte porque para mí ha sido un proceso lindo. Yo me he sentido extremadamente fortalecida, empoderada, y veo muchas mujeres a mi alrededor que igualmente se sienten floreciendo. Pero nos golpea toda esta percepción social de que a cierta edad una mujer se vuelve invisible…¿Qué le falta todavía por hacer? Muchas cosas. Quiero vivir como que voy a ser inmortal. Eso lo aprendí de mi suegro, que decía: “Hay que sembrar ese árbol”. Y nosotros decíamos, ese árbol no lo va a ver porque es un señor de más de noventa años, pero vivía como si no se iba a morir. Yo quiero negar la muerte. Me voy a morir, obviamente, pero quiero vivir como si voy a seguir viviendo, no quiero estar pensando qué me falta por hacer. Quiero que la vida me sorprenda, permanentemente. «ESTA VEZ no fui a Tamaulipas, pero encontré en Texas, en el Valle, como dicen ustedes a muchos mexicanos con la alegría como epidemia, con mariachis, la comida picosa, la coquetería del que sabe vivir.»

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