Es difícil aceptarlo, pero nuestros hijos al igual que nosotros crecen y cada día lo hacen mas rápido, hace algunos ayeres estábamos en el hospital en plena labor de parto, con dolores incomparables a cualquiera que imaginemos en este momento; pero seamos sinceras, es el único dolor que vale la pena vivir, pues ver nacer a un pedacito de cielo, ver sus manitas pequeñitas, contar los deditos de sus pies, sentir desesperación por quererlos abrazar y no lastimarlos. Las primerizas entenderán esta parte donde bañarlo es una odisea, con el miedo encima de que no fuera a resbalarse de nuestras manos, donde cortarle las uñas es una misión imposible pues no queremos cortarles de mas.
Los vemos tan indefensos sobre la cama, intentando rodar o ponerse boca abajo, pero tan solo pasaron un par de meses cuando ya andan gateando, empieza el miedo de que se caigan de la cama, somos felices verlos día a día, explorando y superando cada reto, estamos desesperadas por que llegue el día en que empiecen a caminar, y andar con ellos de la mano de un lado al otro, contarselo a nuestra familia y amistades.
Hacemos de todo para verlos reír, quien no se siente completamente feliz cuando escuchamos una carcajada de su hijo? Es lo máximo, todo a nuestro alrededor no existe, se nos olvida, todo queda de lado cuando estamos disfrutando de las sonrisas y la felicidad de nuestros bebés; lo mas simple y sencillo los hace reír y nosotras encantadas de ser las protagonistas de su felicidad.
Pero un día (porque ese día llega ó llegará) ellos, si, nuestros críos van al kinder y nosotras felices, tomandoles fotos, viendo a nuestros “bebés” pasar por el pasillo principal de su escuelita, creemos entender que ya crecieron, pero seguimos tratandolos como bebés, algunas de nosotras les seguimos anudando las agujetas de sus zapatos, les cepillamos los dientes y no porque no puedan ellos, sino porque queremos tener la seguridad que están bien limpios. Algunas seguimos dandoles de comer en la boca, sabemos que hay algunas comidas que son difíciles de que coman por sí solos, y con tal de no estar batallando con ellos, preferimos tomar las riendas y agarrar la cuchara o tenedor y darles nosotras mismas.
Luego viene la primaria y a nosotras ya no se nos ve tanta felicidad en nuestro rostro; y no interpretemos mal esta parte, es que el kinder y la primaria son completamente diferentes, si creíamos que cuando entraron al pre escolar, nuestros hijos habían despertado, la primaria es completamente diferente, supera lo vivido, nuestros hijos no solo abren los ojos a cosas nuevas, viven experiencias muy distintas a las vividas en el kinder, toman mañas de niños mas grandes, y no digamos que es imposible, pero si tenemos que estar lidiando y trabajando en quitarselas y componer su formación.
Los queremos vestir a nuestra idea y ellos ya no aceptan a la primera, quieren ponerse ropa que consideran “cool” entre los niños, darles las verduras se vuelve mas complicado, pues traen ideas de sus amiguitos de que ellos no las comen y nuestros hijos tampoco quieren hacerlo; pero nada sucede, nada pasa, hasta que queremos abrazarlos ya sea en público o en privado, quererles dar un beso porque salen con esa frase mata ilusione: “ ya no soy un bebé mami, dejame” y nosotros estallamos por dentro o por fuera, pues siempre son y serán nuestros bebés, no importa que tengan canas en los bigotes, serán nuestros pequeños siempre.
Ellos están cambiado constantemente, entre la educación de la escuela, la interacción con sus compañeros, lo que implementamos nosotros en la casa y lo que ven en la calle, tantas cosas que procesar, y ellos sintiendose grandes, no lo son, nosotras lo sabemos y aunque digan que no, un abrazo un beso, sacarles una sonrisa, sorprenderlos con algo simple y diferente, siempre lo van a tener de nosotros, sin pedirlo, sin necesitarlo, solo por amor, todo por amor.
Ya no serán unos bebés físicamente, ya pueden limpiar sus dientes solos, ya aprendieron a amarrar bien las cintas de sus tenis, eligen su ropa y se bañan solitos, pero siempre necesitarán de nosotras, en una gripe, en un proyecto de la escuela, para que los llevemos a la fiesta de algún amiguito, pero donde mas necesitarán de nosotros y lo reconozcan o no, lo pidan o no, ahí estaremos, en sus momentos difíciles, en sus miedos, en sus retos, en sus triunfos y alegrías; jamás soltemos sus manitas, jamás dejemos de besarlos, abrazarlos, mimarlos, educarlos, pero sobre todas las cosas nunca dejemos de amarlos, pase lo que pase.





