Mariana Cornejo
Comunicadora y fotógrafa del acontecer diario. Mamá de Isaac y Valentina.
En la actualidad, donde nuestro mundo demanda hombres y mujeres con el mayor conocimiento en diferentes disciplinas, como madres que somos, sentimos la necesidad de que nuestros hijos desde pequeños aprendan lo mas que se pueda; hay quienes desde que lo tienen en su vientre, le ponen música del gran Mozart.
Nacen y los llevamos a masajes, yoga para bebés, pequeños que todavía no dan sus primeros pasos y ya van a clases de estimulación temprana; son tan pero tan pequeños y ya los estamos abarrotando de muchísima información por medio de películas y programas especiales para reforzar sus sentidos e inteligencia.
Luego vienen las clases de natación, karate, ballet, futbol, bailes tradicionales, ingles, entre otras disciplinas que creemos los llevarán a la cima del éxito, son niños muy activos y ya cuentan con la agenda saturada para  después de la escuela.
Creemos que tener clases adicionales a la educación básica son esenciales para que nuestros hijos sean mejores en la vida, mejores que los hijos de nuestras amistades, familiares y el resto del mundo. Si bien es cierto que no está por demás que ellos aprendan, también es bueno que por lo menos disfruten lo que hacen nuestros críos.
Sin embargo, en nuestro afán de que nuestros hijos sean exitosos de adultos, llegamos a casa y a la hora de comer, lo hacen con la boca abierta, dejan el plato en la mesa, no dicen por favor al iniciar una petición ni mucho menos dan las gracias al finalizar otras, parece gracioso que nuestros pequeños de 5 años eructen sin decir “perdón o lo siento”, y puede que si sea gracioso pero esta en duda que cuando tenga 10 o 14 años sea igual de divertido, niñas tan pequeñitas que ya hablan de novios, no se sientan apropiadamente cuando usan falda o vestido, no saludan cuando llegan a algún lugar, etcétera.
Los niños son personitas pequeñitas que tienden a imitarnos en la mayoría de las cosas que hacemos, por eso ademas de inscribirlo en la case de futbol o ballet, también hay que darle un vistazo a nuestras acciones y nuestros valores, pues serán el reflejo de nuestra educación; de antemano sabemos que crecen y su entorno no siempre será mami y papi, abuelos y tíos, también las amistades que vaya adquiriendo y con ello sus “mañas” (costumbres), pero por eso debemos poner todo nuestro empeño, nuestra capacidad y el mayor tiempo posible para que ellos aprendan los valores de respeto y cortesía, para que no solamente sean hombre y mujeres multifuncionales y capaces de hacer cualquier tarea, también hay que hacer de ellos unas Damas y Caballeros de buenos principios y cualidades como son: consideración, cuidado, respeto, recato, prudencia, gentileza, cortesía, educación, atención, amabilidad, entre otras.
Pequeños caballeros que saluden mirando a los ojos, si en una sala de espera no hay mas sillas libres, le ceda su lugar a la señora que llegó, que digan “mande” en lugar de “qué”, por favor y gracias jamás deben faltar, que pida y no que exija, que aplique “las damas primero”.
Cuantas de nosotras nos encanta ver las acciones de un caballero, no importa si no es para nosotras, imaginemos por un momento que es nuestro hijo un adolecente, y nos abre la puerta del auto, nos ayuda con las compras del super sin que ustedes lo pidan, que agradezcan la cena que les preparamos, que levanten el plato de la mesa y lo ponga en el lavatrastes, aún mejor, que de adulto, trate a su esposa con respeto y cortesía, sea gentil y amoroso.
Pero aquí, no lo podemos hacer solas, necesitamos el apoyo de papá, recordemos que ellos imitan nuestras acciones, y si papi es atento, amoroso, respetuoso, cordial, etcetera; si es así siempre, nuestros hijos lo imitarán, como traten nuestros esposos a su mamá es importantísimo, pues en su mayoría es lo que recibiremos nosotras de ellos.
Los niños entre tanta actividad tienen muy poco tiempo para aprender la teoría de como ser una dama o un caballero, pero si nos ven a diario como tratamos a papá y como nos trata él a nosotras, como somos al andar en el super, en el coche al conducir, si somos prudentes y cordiales, es cierto que hay gente que nos hará enojar, pero hasta para discutir hay que saber hacerlo bien.
		



