El 17 de diciembre, Ralph MacIntosh llegó a las 10:45 de la noche a un club nocturno de la ciudad de Adelaide. Media hora antes, una mensaje de texto le fue enviado de parte de las autoridades sanitarias para indicarle que su prueba covid arrojó un resultado positivo.

MacIntosh, quien pertenece a una de las familias más ricas de Australia, se justificó al decir que no vio el mensaje sino hasta el día siguiente. Su mensaje generó una ola de indignación social en las redes sociales de este país.

El joven fue detenido el martes pasado, acusado de violar las leyes que obligan a las personas infectadas con COVID-19 a someterse a medidas de confinamiento. Ese mismo día pagó una fianza y fue visto por última vez saliendo de la delegación (sin mascarilla a la vista) y subiéndose a un auto de lujo.

Su cita en la corte fue anotada para el 18 de febrero. De ser hallado culpable, enfrentaría una máxima pena de 2 años en prisión y una multa de 20 mil dólares australianos (cerca de 300 mil pesos).

En lo que respecta al club nocturno, el establecimiento tuvo que cerrar sus puertas durante un periodo de cuarentena. Al permanecer cerrado durante la Navidad, se comprometió a interponer una demanda contra MacIntosh por hacerle generar pérdidas durante una de las semanas más activas del año.

Más de cien personas que estuvieron en el antro al mismo tiempo que MacIntosh también tuvieron que ser aisladas por un periodo de cuarentena. Decenas de estas personas han dado positivo a sus respectivas pruebas.

A lo largo del mes de diciembre, Australia ha estado registrando cifras récord de contagios por covid, brote derivado por la explosiva propagación global de la variante ómicron.

 

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