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“Sólo un exceso es recomendable en el mundo:

 el exceso de gratitud.”(Jean de la Bruyère)

Por la facilidad de la comunicación de las redes sociales e iniciativa de interesados han surgido toda clase de retos, entre ellos el que considero de los más importantes, es el de Agradecer.

 Se dice que la gratitud consiste en reconocer y valorar todas las bendiciones que recibimos, incluyendo las situaciones difíciles, el agradecer es un valor propio de almas grandes. Agradecer significa encontrar un motivo cualquiera para dar gracias y encontrarlo es posible teniendo los ojos bien abiertos y el corazón despierto para descubrir los miles de detalles que nos brinda la vida a cada instante.

 Por lo general el agradecimiento nace cuando nos sentimos en deuda con alguna persona porque nos ha procurado algún bien, nos ha hecho un favor o nos ha hecho algún regalo. Pero hay gratitudes particulares, más profundas, que al tocarnos llegan hasta el centro del corazón.

 Las personas agradecidas se reconocen porque se alegran por los bienes recibidos y sin sentirse obligados los corresponden a sus semejantes. Agradecer no se trata de devolver favor con favor ni regalo con regalo, sino de sentir y expresar admiración y gratitud por la calidad humana de quienes nos honran con sus dones.

Las personas que somos creyentes siempre encontramos  algo que agradecer a Dios; el despertar a un nuevo día junto a tus seres queridos, la sonrisa de un niño, las maravillas de la  naturaleza, la lluvia, etc.  Entre  los bienes que más agradece el hombre se encuentran la vida, la salud, la amistad, la lealtad y las enseñanzas de sus progenitores.

 Sin embargo como siempre existe el otro lado negativo de la gratitud, la ingratitud, que marca el índice de soberbia y egoísmo del ser humano cuando pretende ignorar el bien que le hacen los demás. Las personas ingratas están acostumbradas a obtener siempre lo mejor para sí, les es difícil reconocer un favor. Los favores que recibe, lejos de inspirarle agradecimiento, le inspiran rencor.

La ingratitud puede provenir de una especie   de mediocridad espiritual, entre los obstáculos que impiden ser agradecidos se encuentra: La vanidad, que impide reconocer el aporte de los demás en sus propios logros, el ingrato siempre encuentran defectos a todo, desconoce lo valioso de un esfuerzo o los méritos de un trabajo bien hecho. Otros obstáculos son la envidia y el resentimiento, que hacen tomar como ofensa las bondades recibidas de los otros, la falta de humildad y de grandeza, que hacen ver el agradecimiento como una muestra de debilidad.

 Por lo que ser agradecidos y reconocer la gratitud de los demás son los mejores regalos que puede recibir una persona en cualquier época y lugar del mundo.

A nuestros hijos hay que encaminarlos desde su infancia por la senda reluciente del agradecimiento.

 La persona agradecida siembra bien y bienestar, integra, construye, equilibra el mundo, es puntal de la creación.

Ser agradecidos es muy sencillo y más cuando como dice la canción “te nace del corazón”, para agradecer debemos admitir que necesitamos a los demás.

Reconozcamos las obras de los otros. Incluyamos en nuestro lenguaje expresiones de agradecimiento. Aceptemos que muchas de las cosas buenas que tenemos se deben a lo que otras personas nos han dado: amor, protección, cuidado, talento, tiempo, enseñanzas, sabiduría.

 Dice el refrán que “Es de bien nacidos ser agradecidos” Sugiero el reto de encausar a los hijos desde pequeños por la senda  del agradecimiento, su vida será resplandeciente.

 Y por hoy me despido con la letra de la hermosa canción “Gratitud”: Hoy agradezco por el tiempo vivido, por la memoria y también por el olvido. Hoy agradezco por los días de fiesta, por los que ya pasaron y por los que hasta ahora comienzan. Desde la Hermosa Isla del Padre…! Excelente Fin de Semana!

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