Miro a mi alrededor, la armonía y la tranquilidad se manifiestan, el clima es magnifico y la vista de un atardecer frente a esta hermosa bahía es impresionante, me siento relajada, disfruto una deliciosa taza de té, la brisa del mar acaricia mi rostro, el aire me mantiene despeinada y su aroma me relaja, disfruto estar frente al mar. Agradezco a Dios el permitirme vivir estos momentos.
Confieso que hace unos días me sentía malhumorada, impaciente, en momentos pensaba que algo dentro de mí amenazaba con estallar. Mi voz interior (Mi alma, mi espíritu) claramente me decía que ya era tiempo de hacer un paréntesis, a un lado las agendas, las citas, los apegos y compromisos. Necesitaba reencontrarme; emprender literalmente el vuelo, despojarme de la monotonía cotidiana, era tiempo de vacaciones y como siempre digo no se si me las merezco pero si las necesito.
Buen día estimado lector, coincidirás en que todos necesitamos un respiro, descansar por los menos unos días para renovarnos física y espiritualmente. En el lugar elegido las reglas eran claras “si de verdad desea descansar deberá desconectarse”. Sí, desconectarnos del mundo de la tecnología digital, llámense teléfonos inteligentes, “tablet” (ipad) computadoras, radios de comunicación y hasta relojes si realmente queríamos disfrutar de unas vacaciones física y mentalmente debíamos desconectarnos de ellos. Según dicen los investigadores; el simple hecho de escuchar el tono de la alerta de entrada de cualquiera de estos útiles aparatos es como recibir una «inyección de dopamina», que causa un estallido de adrenalina que produce ansiedad.
El lugar es bellísimo y el programa definitivamente rompe con lo cotidiano y la noción del tiempo, el cielo es quien guía la ruta del día, continuamente con ejercicios reflexivos nos recuerdan el “arte de disfrutar el momento”, nos conectan a través de nuestros sentidos con la maravillosa
naturaleza que nos rodea. Sin duda fortalecer el espíritu renueva el alma, nos vuelve a redirigir al camino del que en algún momento nos desviamos, el camino que va de la salud física y mental al corazón de nuestro ser.
Hoy te comparto un ejercicio que me impacto; ¿si te quedara un minuto para morir, que dirías a las personas más importantes de tu vida? Imagínate en tu lecho de muerte, enfrente de ti estarían las 3 personas más importantes de tu vida y tienes que decirles algo. ¿Qué les dirías? Este ejercicio nos abre los ojos. Piensa en estas personas si te quedara un minuto de vida. ¿De que te arrepentirías de no haber dicho o hecho con ellos?
A muchos se nos quebró la voz, sin embargo lo hicimos, créeme estimado lector que la sensación es liberadora, nos permitió ver que lo que menos pedimos u otorgamos por malos entendidos, orgullo o falta de valor es el perdón a nuestros seres más queridos. Nos permitió reconocer nuestros puntos débiles para corregirlos. Nos permitió redescubrir que la felicidad esta a nuestro alcance y depende de nosotros el ser felices y hacer felices a las personas que nos rodean.
La vida es un viaje, imaginarte antes de morir es como volver a nacer. La buena noticia es que experimentar esto cambia la manera de ver la vida y la actitud ante ella. Por lo tanto ten en cuenta la importancia del perdón (que siempre termina por liberar y dar crecimiento espiritual a quien lo otorga), no malgastes energía ni tiempo preocupándote por el pasado que no volverá y menos te centres en la incierta felicidad del futuro. Constantemente pensamos que cuando solucionemos determinada situación entonces seremos felices. La felicidad definitivamente no la dan las riquezas materiales, como dice una cita de Susan Ertz “Millones de personas suspiran con la inmortalidad y el dinero, pero no saben que hacer solos en una tarde lluviosa de domingo”.
A unas horas de regresar siento mi espíritu renovado, libre, sin ataduras, llena de sueños. Si la vida es un viaje yo quiero seguir viajando. ¡Desde la hermosa Bahía de San Francisco, Feliz inicio de Semana!
