ELPAÌS.-Silvio Berlusconi al desnudo, hablando a calzón quitado, es un espectáculo difícil de digerir. Y es así, con toda su personalidad al aire, la forma en que el entonces jefe del Gobierno de Italia se muestra en las decenas de conversaciones mantenidas en 2008 y 2009 con su amigo Gianpaolo Tarantini, acusado por la fiscalía de Bari de inducción a la prostitución. La transcripción de aquellas llamadas telefónicas –miles de folios con el anciano primer ministro y el joven empresario como únicos protagonistas— salieron anoche a la luz para dejar constancia, por si todavía hiciera falta, de la forma en que el político y magnate utilizaba su poder para satisfacer su afición al sexo con mujeres jóvenes: “Esta noche tengo a dos niñas, una periodista y una brasileña, pero trae a las demás muchachas, somos viejecitos, pero con poder”.





