Al bajar los niveles de agua en las colonias anegadas de Reynosa tras el paso de la tormenta Hanna, las familias regresan a hogares destruidos por la inundación y donde poco o nada queda de su patrimonio.
Las calles de Reynosa dejaron de tener agua acumulada pero ahora presentan montañas de muebles y enceres que los habitantes de esta localidad fronteriza han sacado para limpiar sus domicilios y esperar que lleguen los apoyos prometidos para esta y otras dos localidades declaradas zonas de emergencia.
No será fácil la reconstrucción de los hogares, los damnificados no cuentan con recursos para comprar enceres tal y como lo revela la universitaria Ingrid Berenice López quién comenzó en redes sociales una colecta para comprar una estufa a su padres, habitantes de la colonia Jacinto López, una de las más afectadas.
“Mi familia perdió todo, realmente no se puede recuperar nada, hemos estado viviendo de la comida que están regalando y nos hemos vestido con la ropa de donación. Nuestra casa quedo inhabitable y estamos viviendo en un gimnasio de un amigo de mi hermano que está cerrado por el covid pero no podemos estar aquí para siempre”.
La universitaria recuerda como aquel domingo 26 de julio en qué Hanna impactó Reynosa, el agua subió 2 metros dentro de su vivienda de donde junto a sus padres fue rescatada por voluntarios que con lanchas ingresaron a las 70 colonias que fueron anegadas, primero por las lluvias del meteoro y luego por del desborde de la Laguna La Escondida o del Río Bravo cuyo nivel se duplicó.
A una semana del paso de la tormenta, el gobierno local señala que el agua cedió con excepción de siete comunidades que aún presentan niveles menores de encharcamiento: Ampliación Delicias, Lázaro Cárdenas, Lomas del Villar, Revolución Verde, Ernesto Zedillo y Juan Escutia cuyos habitantes se abren paso entre aguas pestilentes y lodo para regresar a sus hogares a valorar los daños.