Rebasado por el escándalo del millón de dólares que Estados Unidos le aseguro por ser dinero mal habido, Homero de la Garza Tamez término renunciando a la SEDESOL, así como a sus aspiraciones políticas de ser diputado federal y próximo Gobernador de Tamaulipas.
A través de una carta lastimosa y rebuscada dirigida a sus colaboradores, Homero también conocido como «El Señor de las Selfies» anunció la retirada para hacer frente a las acusaciones de la justicia norteamericana.
«Las circunstancias que se han presentado recientemente las estoy atendiendo con puntualidad, buscando en todo momento aclarar satisfactoriamente señalamientos que se han planteado referentes a mi conducción personal en otros tiempos».
Desde el 11 de diciembre una corte federal de Estados Unidos reveló como al funcionario estatal se le habían decomisado más de un millón cien mil dólares que tenía depositados en bancos texanos.
El argumento para asegurar el recurso tenía que ver con que el dinero era producto de sobornos que Homero de la Garza recibió cuando fue titular del Instituto Tamaulipeco de la Vivienda Urbana durante sexenio de Eugenio Hernández Flores.
Dolido por la exhibida y tras la débil defensa pública que hizo en una conferencia banquetera que no admitió preguntas que lo incomodarán, Homero de la Garza, sólo con su soledad, presentó su renuncia al cargo pues tomó la decisión de «reservar en lo posible mis expresiones públicas hasta en tanto el asunto quede debidamente finiquitado, confiando que ello ocurra a corto plazo».
Desempleado y con un millón de dólares menos en la bolsa, Homero de la Garza anunció que, después de 19 años de vivir del presupuesto público, se pondrá a trabajar.
«Habré de retomar mis actividades empresariales y de servicios profesionales».
Con este último anuncio y sin quererlo, Homero le concede la razón a los fiscales federales que lo investigan en Texas, debido a que ante bancos como el UBS Financial Services declaró que los depósitos y transferencias de dinero eran resultado de su trabajo como Ingeniero Civil, cuando era de sobra conocido que no ejercía su profesión desde que se incorporó a la función pública.
