EL PAÍS.- Antes, Laura Smith tenía un pequeño negocio de limpieza “normal”. Ella misma había trabajado como limpiadora durante muchos años. Un día, asegura, recibió una extraña petición de un cliente: le preguntó si le importaba que él estuviera desnudo mientras ella limpiaba su casa. El cliente le explicó que era naturista y que prefería no tener que vestirse durante las tres horas que la limpiadora estaría en su casa. Ella aceptó. La experiencia, explica, despertó su interés por el naturismo. Aquel día, a Laura Smith se le encendió una luz.
Así, explica, nació Naturist Cleaners. La empresa de Smith, con sede en Londres, recluta desde su web a limpiadoras para trabajar por horas en casas privadas de Reino Unido vestidas solo con guantes y zapatillas. Los clientes —la agencia asegura que la mayoría son naturistas— pagan 65 libras (76 euros) la primera hora y 55 (65 euros) las siguientes, y deben respetar las reglas: no tocar y nada de fotos o vídeos. También se ofrecen limpiadoras vestidas, que aceptan que el cliente esté desnudo mientras trabajan, por menos de la mitad de ese precio.
Smith asegura que es un servicio para la comunidad nudista y que cuentan con determinadas protecciones para evitar malentendidos. “Dejamos claro a los clientes que no ofrecemos otras cosas”, explica. “Existe un mercado de adultos para quien quiera otro tipo de oferta. A veces nos preguntan si ofrecemos algo más y sencillamente les decimos que no. Las limpiadoras no llevan lencería sexy, no hay elementos eróticos, y trabajan por la mañana para evitar que se entienda como algo festivo. El precio es bastante más alto que el de una limpiadora convencional, así tratamos de evitar que la gente lo pruebe por diversión. Queremos clientes que entiendan la idea del naturismo. Por si acaso, entrenamos a las limpiadoras para detectar peligros cuando llegan a la casa, antes de desnudarse”.