CNN.- En su primer día en un campo de tratamiento para jóvenes adictos a internet, Lorenzo Maccotta hacía lo mismo que todos: levantarse a las 5 de la mañana, entrenamiento físico durante la mañana, almorzar, descansar, más entrenamiento, clases de ética, películas de guerra, cenar y a dormir.
Maccotta sacó su cámara una vez que pasó por una versión rápida de la purificación digital. El fotógrafo de 33 años pasó alrededor de una semana en uno de los cientos de campamentos estilo militar en los que se pone en cuarentena a los jóvenes que usan compulsivamente la tecnología, principalmente los videojuegos en línea.
Aunque era un forastero, fue difícil proteger su visión y mantenerse a distancia de los rigores del programa.
«El mayor desafío fue alejar mi mente de las repeticiones que la escuela impone», dijo. «No fue fácil tomar la distancia suficiente para adoptar un punto de vista».
Entre los internos, como él los llama, hay niños y niñas, hombres y mujeres. Sus edades oscilan entre los ocho y los 30 años. En la mayoría de los casos, los familiares los obligaron a entrar en el centro de tratamiento (a veces a rastras), preocupados por su salud física y mental.