ESPN.- FC Barcelona y Real Madrid vuelven a estar cara a cara este sábado desde las 15.30 hora argentina. Esta vez para, con el permiso del Atlético, sellar el destino de la Liga 2015-16.
Si bien es cierto que la actualidad de ambos los distancia de una manera difícil de ubicar en cualquier época (los azulgranas aventajan por 10 puntos a los blancos en la clasificación, 76 > 66), los grandes clásicos son partidos en los que juega la historia, donde los antecedentes son material descartable.
Como le pasó al cuenta kilómetros de aquel coche demasiado viejo cuyo pícaro dueño buscaba vender y uno no se animaba a comprar cuando buscaba nuevas emociones, Barça y Madrid arrancarán de cero cuando se encuentren en el Camp Nou.
FC Barcelona apostará porque la pelota pase más tiempo en la zona alta que atrás, al igual que cuando jugábamos al flipper en el bar con la necesidad de que la bola no se escurriera por debajo de forma tal que perdíeramos la partida. ¿Se acuerdan? Eso ocurre con esta versión del equipo culé. Se salta el centro del campo porque ahí ya no genera tanto volumen de juego como antes, y hoy en día depende de lo que generen sus tres monstruos de adelante. Los capitanes de Argentina, Uruguay y Brasil. Messi, Suárez y Neymar. La MSN.
Suena a reduccionismo hacer hincapié en ello, pero ahí está la pulpa del equipo dirigido por Luis Enrique. Desde la segunda línea, apenas el croata Ivan Rakitic colabora con la estadística cuando ocasionalmente se desata, penetra y vulnera. Luego, cómo los laterales ensanchan el campo creando superioridad numérica cuando despegan, es uno de los mejores secretos del campeón del triplete 2014-15, que va por otra triple corona en este curso.
Pero el espíritu del Barça hoy vive ahí arriba. Ya casi no visita la sala de máquinas. De tanto en tanto se lleva las manos a la cabeza cuando el equipo retrocede mal y es sorprendido a la contra. Entonces, para sostener la magia todo depende de los niveles de testosterona de Mascherano, de una aparición formidable de Piqué, o de alguna que otra intervención tan sobria como descomunal de Claudio Bravo.
Mike Tyson se resumía en el poder de sus puños. La noche en que los nudillos dejaron de apadrinar sus hazañas, la leyenda encontró su fecha de caducidad. El Barcelona actual ya no bailotea a sus rivales como Muhamad Ali, pero tiene la pegada del pibe de Brooklyn al que pulió el maestro Cus D’Amato. El tiempo habrá mermado su capacidad para enamorar, pero le ha otorgado al Barça autoridad, excelencia competitiva, y una contundencia al alcance de casi ningún otro equipo en todo el planeta.