Ante un video mudo y el exceso de gentileza de la comisión de recepción del gobernador electo Francisco García Cabeza de Vaca, no hay indicativos de que habrá una transición pacífica mucho menos una sucesión pactada.
Aunque hay muestras de civilidad de los nuevos gobernantes con perfil de ciudadanos que se enfilan a tomar el rumbo de esta región luchista y del esfuerzo. Los que se van, muestran sus resistencias hasta cierto límite naturales, por su permanencia en el poder durante más de 80 años.
Y aunque durante la campaña de proselitismo electoral el gobernador electo fue insistente en sus discursos, en que su lucha es por una transición pacífica, para que a Tamaulipas les vaya bien.
Habrá que esperar que asuma el poder ejecutivo para conocer la forma en la que aplicará esa premisa. La cual no fue una práctica común entre los mismos priístas que arribaron al poder, al menos, en los últimos 20 años.
Una evidencia es que los últimos cuatro gobernadores priístas encarcelaron a algún integrante del gabinete anterior sin importar que hayan sido de su mismo partido político. Como para sentar sus reales y no saber del anterior sino hasta el cuarto año de su mandato.
Más de uno hizo alianzas perversas con actores extraoficiales de la política para gobernar los seis años de sus administraciones. Y ha sido una práctica común de que muera el rey y viva el rey. Lo cierto es que el gobernador electo parece no requerir de ninguna adulación, porque le son suficientes los más de 200 mil votos con los que ganó la elección a su más cercano competidor.
Habrá que estar atentos a esta entrega-recepción porque el gobierno saliente tiene ensallado ese trámite desde el año anterior, a cuyos funcionarios de todos los niveles se les pidió por parte de la contraloría un informe en power pont, con presupuestos determinados, respecto a lo recibido hace seis años y lo que se está por entregar en materia de información.
Lo que hasta donde trascendió, sirvió para otros fines, como fue para el reacomodo de algunos empleados que cobran un salario oficial sin devengar el mismo y que se les conoce como “aviadores”.
Por lo mismo habrá que esperar, si la comisión de los diez hombres de confianza que nominó el nuevo ejecutivo estatal para el trámite de la recepción, acepten los formatos propuestos por la contraloría gubernamental.
Esto no quiere decir, que se advierte una sucesión violenta, sino una transición transparente, que en décadas los tamaulipecos no han presenciado en esta región y de la cual están hábidos de conocer los mecanismos y las formas del ejercicio gubernamental.
Aunque las historias de sucesiones anteriores han sido despiadadas, ésta por tratarse de la llegada de un partido y de un gobernante ajeno y contrario a las prácticas políticas de antaño, podría ser más aguda y minuciosa la tan llevada y traída entrega-recepción tradicional.
Viene a colación la expresión del exgobernador Eugenio Hernández Flores cuando se disponía a elegir a su sucesor, luego de los lamentables hechos del 28 de junio del 2010. Le espeto a uno de sus colaboradores de confianza, “Acabo de elegir a mi verdugo”.
Ojalá la transición se dé y se desarrolle en un marco de civilidad, porque los tamaulipecos están hartos de la violencia, pero repudian la injusticia y exigen la transparencia y la verdad.