Lo que los expertos recomendaron antes del tercer trimestre del 2016 fue precisamente ahorro y austeridad, por motivos diversos como la paridad peso-dólar, la depresión de la inversión, la caída del precio de los energéticos fósiles, el cierre del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y el entonces eventual arribo del magnate Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. La recomendación consistió en fortalecer el ahorro interno de las familias, reducir el gasto corriente de los entes públicos. Y recuperar la capacidad productiva de las empresas.
No obstante al discurso triunfal del banco central mexicano, los analistas financieros planteaban alternativas adicionales para que la economía y las finanzas del país se desmarcaran de la renta petrolera, porque las expectativas de recuperación del precio del crudo en el mercado internacional no era promisoria. Y en contra peso a la caída libre se sugería promover el mercado interno de las empresas nacionales y dejar de lado la ilusión de la inversión extranjera.
Hoy hay un cambio radical de los dueños del capital y la inversión ante la embestida del gobierno de Estados Unidos y esto apenas es el inicio, pues apenas cumplió 30 días en el cargo de presidente y puso de cabeza a los principales mercados que tienen trato con la actividad comercial anglosajona.
Los denominados “migrantes dorados” que hace una década fueron la opción para fortalecer la finanzas de la economía gringa y que el territorio texano fue la “panacea” para proteger sus capitales y de paso huir de la violencia propia del territorio nacional, que exilió a prominentes empresas, cuyo capitulo da indicio de haber concluido.
Quizá por ese motivo la encrucijada de los migrantes que cruzan la frontera en busca de empleo y una oportunidad laboral para tener un capital, los migrantes dorados están a salvo de la angustia del secuestro la violencia y los asesinatos, pero están ante la circunstancia de que su capital les sea incautado por el régimen Trump y sean los primeros en ser expulsado del territorio Yanqui. No obstante que a mediados de la primera década del siglo 21 fueron quienes oxigenaron la economía y las ventas en el Valle de Texas y otras regiones de la Unión Americana.
Por ese motivo la austeridad promovida por la administración del gobernador tamaulipeco Francisco García Cabeza de Vaca, es bienvenida por los ciudadanos de esta entidad, ya que paralelo a la embestida del incremento a gasolinas y diesel que a la vez libera el precio de otros productos básicos y conceptos que detonan la actividad económica, algunas administraciones gubernamentales lejos de promover la austeridad, han empujado al mal uso de los recursos.
Es un buen signo el planteamiento del gobernador de reducir el sueldo propio y el de sus colaboradores y aplicar los ajustes en gasto corriente como es el consumo de combustibles lo mismo que el parque vehicular. Optimización de recursos como el papel resulta una medida relevante.
Se habla de un ahorro superior a los 680 millones de pesos, cantidad cercana a los mil millones de pesos y similar a los créditos que el último gobierno priísta solicito para aplicar en el renglón de seguridad, pero cuyo escenario esta igual o peor que el 2011, cuando inicio esa gestión gubernamental.
Lo que los tamaulipecos siguen esperando es que la procuraduría tamaulipeca junto con la contraloría gubernamental hagan efectivos los procesos civiles, mercantiles y penales contra los ex funcionarios que saquearon las arcas de la administración pública. Y después de ser constructores “banqueteros”, ahora exhiben residencias que superan en valor los 500 millones de pesos.