BBC.- En Rumania, miles de mujeres trabajan como «cam-girls» o «chicas en cámara» desde estudios o desde sus hogares.
Se trata de un mercado que funciona 24 horas al día los siete días de la semana y la mayoría de los clientes que se conectan online están en América del Norte y Europa Occidental.
En el corazón de Bucarest, en la acera junto a un alto edificio de apartamentos, un grupo de mujeres jóvenes fuma, conversa y se ríe. Es una escena común en cualquier ciudad. Pero es de mañana y estas jóvenes llevan maquillajes elaborados, tacones extra altos y atuendos reveladores, muy diferentes a los vestidos veraniegos de otras personas que pasan por el lugar.
Dentro del edificio, Studio 20 ocupa los primeros dos pisos. Cuarenta habitaciones dan a corredores impecables, cubiertos de imágenes de mujeres glamorosas y no muy cubiertas.
Si la puerta de un cuarto está cerrada, significa que una mujer allí dentro está interactuando con un cliente internacional a través de una cámara web. Y mientras esté sola en la habitación, todo es legal.
En este mundo de relaciones virtuales y cibersexo, a las mujeres en frente de la cámara se les llama «modelos» y a los hombres que las miran se les denomina «miembros».
Lana trabaja en el cuarto número 8. La habitación tiene una gran cama circular con almohadones y hay un armario con algunos de sus atuendos.
«Generalmente uso vestidos, lencería o ropa de cuero», dice.
En un rincón del cuarto hay una enorme pantalla de TV, una costosa cámara detrás y luces profesionales.
Muchos pares de ojos pueden estar observando en vivo a Lana a través de sitios para adultos en internet. Pero la joven sólo gana dinero si un cliente pide una sesión privada.