Para vergüenza de su padre, el abogado Jesús Urquiza, las hermanas Monica y Gabriela Urquiza Monteverde, resultaron unas timadoras profesionales que para darse una vida de lujos no les importa ir estafando y robando a quienes la rodean.
Mientras Monica Adriana sigue prófuga de la justicia tras la denuncia penal que hicieran afectados por sus fraudes, su hermana Gabriela continua despachando en ventanilla de la oficina municipal de enlace con Relaciones Exteriores sin importar ser objeto de criticas por parte de sus propias compañeras de trabajo, que también resultaron defraudadas por su tracalera familiar.
Tal es el caso de Silvia Caballero, también trabajadora de Relaciones Exteriores, compañera de Gabriela, quien recomendó a Monica para recibir un préstamo de 30 mil pesos por parte de un particular, sin adivinar que la mujer ambiciosa tan pronto recibiera el dinero se iba ir de la ciudad, dejándola a ella con el problema,
Debido a que Monica se niega a recibir las llamadas de Silvia, el ambiente en Relaciones Exteriores se ha vuelto tenso pues ya han surgido los reclamos por parte de la afectada quien no cree la versión de Gabriela en el sentido de que es ajena a los fraudes que comete su hermana.
Gabriela esta casada con Gerardo Lua, hermano de Juan Gabriel Lua Garcia, secretario técnico de la Junta de Aguas y Drenaje de Matamoros, y ayuda en sus fraudes a Monica debido a que la compadece por ser una mujer viuda a cargo de un chamaco de 12 años, su hijo Sebastian Jimenez Urquiza.
Las dos Urquiza son hijas de Jesús Urquiza, un viejo abogado que ha recibido en su despacho de la calle González toda clase de reclamos por su conducta, especialmente de Monica, quien justifica sus robos asegurando que ella costeo el tratamiento para su madre que murió de cáncer el año pasado.