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La rebatinga en las filas del tricolor pareciera vulnerar la designación de la nueva dirigencia en el otrora partidazo, el Pri como segunda fuerza política en esta entidad que durante décadas fue considerado como uno de los laboratorios electorales del Cen de ese instituto político. Deja la impresión de que esta región así como fue laboratorio de triunfos será también el experimento de la derrota y modelo de reconstrucción de la organización partidista más antigua en tierras tamaulipecas.

Su dirigencia estatal ha adoptado hasta ahora una actitud de respeto hacia los dos militantes que se promueven como los “arquitectos” del futuro priísmo, que asegura recuperar los escaños y los puestos de elección perdidos en la elección reciente.

También es cierto, que las finanzas priístas están tocando fondo y que las puertas de algunas dirigencias municipales se empiezan a cerrar por la entrega de edificios arrendados, por falta de presupuesto. Lo mismo sucede con los servicios de comunicación.

El panorama es complejo para ese partido, porque además de las multas millonarias impuestas por el Instituto Nacional Electoral (Ine) se advierte un 2017 con una caída de sus capitales, apenas suficiente para cubrir la nomina de la dirigencia estatal, que suma más de 100 empleados.

También han quedó sin salario los delegados municipales, aquellos que se hacían llamar “operadores políticos”, lo mismo que los titulares de los sectores, a quienes después del 5 de junio, les han sido negados, hasta boletos en líneas de autobús.

Y no obstante que el mensaje del dirigente estatal Rafael González Benavides ha sido claro en el sentido, de que es necesario que los militantes que han ocupado cargos públicos, le “devuelvan la copa” al partido que les dio certidumbre y prosperidad, estos sofocan con exigencias de transparencia, el reclamo de la dirigencia.

Aunque pareciera sobredimensionada la lectura del impacto nacional que tuvieron los priístas inconformes con su dirigente nacional, durante la campaña de gobernador, visto a destiempo. La reacción de los tres candidatos de Hidalgo, Villagrán y Mainero de allanarse para que los candidatos de Acción Nacional se alzara con el triunfo, tuvo ciertos efectos colaterales en otras entidades de la república, donde el tricolor también perdió.

Y a pesar de que se pudiera ver como una situación muy localista, lo cierto que en su momento colapso a la dirigencia nacional. Y de viral paso a convertirse en una tendencia e inercia electoral, que si bien no definió la elección, sí marcó una evidencia.

A la postre ese partido, da la impresión de estar entregando la salea completa a quienes triunfaron en la elección y su gesticulación de sometimiento pleno a la nueva fuerza política, que llega con bríos renovados.

Una de las satisfacciones del dirigente Benavides, es que en el tricolor estará representado en el Congreso tamaulipeco por dos ex presidentes del Supremo Tribunal de Justicia, como son él y Alejandro Etienne Llano quien llegara por una posición plurinominal.

Habrá que esperar el resultado de la movilización de Mauricio Cerda y Heriberto Ruiz, aunque debería encontrar a otros bronquitos en los 43 municipios tamaulipecos, donde se promueven para la dirigencia estatal. El ejercicio de los dos priístas tiene la censura de los líderes regionales de esa asociación política, lo mismo que los presidentes de los sectores.

Aunque estos tiene mayor interés en que sus empresas y negocios empaten con la administración de los cuernos, que en el reposicionamiento del tricolor, quizá porque creen en la premisa de que a vuelta de dos años recuperaran el Congreso y los ayuntamientos perdidos..

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