En los últimos cinco años con ocho meses ha quedado demostrado en Tamaulipas que con tres generales y un comisario al frente de la secretaría de seguridad pública, las demandas de seguridad están lejos de resolverse. El problema sigue en las calles, carreteras y ciudades. Lo que quiere decir que no es con generales ni con comisarios como los gobernantes de esta entidad podrán recuperar la prosperidad de esta región.
Las bardas se duplicaron en zonas residenciales lo mismo que en colonias populares que zonas donde vive clase media. Solamente en las zonas de alta marginalidad, las casas de cartón están sin protección, la mayoría de esas viviendas carecen de una cerca de alambre. Quizá porque estos ciudadanos no tienen nada que perder.
En tanto que la secretaria encargada de ofertan seguridad a los tamaulipecos no solo aumentó seis metros la altura de su barda en el complejo de seguridad y oficinas afines a estas tareas, sino también dispone de los denominados garitones propios de las cárceles. Por si fuera poco, un alambrado de seguridad corre sobre el perímetro de norte a sur y de oriente a poniente, en sus bardas de referencia.
Aún así, es triste recordar que dentro del magno complejo de seguridad fue reventado un coche bomba, lo mismo sucedió en la residencia habitada por el comisario Rafael Lomeli, en una zona residencial de la capital tamaulipeca. Sera acaso que los generales y el comisario perdieron las batalla?
Aunque es un tema delicado, vale la pena que las autoridades conscientes de sus deberes y su deuda con los ciudadanos, tuvieran capacidad para hacer un dictamen y un análisis serio y trascendente de los resultados, de una guerra que sigue registrando más bajas en los ciudadanos en la que los titulares gubernamentales son intocables, con algunas excepciones.
Es sorprendente y de subrayar, que en los últimos años si bien disminuyeron los asaltos en carretera, en parte porque los ciudadanos dejaron de viajar, pero se incrementaron otros delitos como el secuestro y la extorsión en los pueblos y ciudades tamaulipecas.
Actos que agravian a los ciudadanos porque en la mayoría de estos han participado ex policías y policías en funciones, formados bajos los nuevos paradigmas de la certificación. Lo que advierte que la formación de los elementos de seguridad, arrastran y enfrentan severas deficiencias. Sobre todo en cuestiones de ética y profesionalismo.
Ante todo hay una policía carente de identidad, porque han sido formados en cuarteles militares y son policías no soldados. Quizá la ligereza en el cargo de los tres generales y el comisario que han ejercido el mando en las tareas de referencia, les parecen un reconocimiento a su persona y no una tarea o una responsabilidad social.
Yante el repudio a priori de la milicia, en el desempeño de tares de seguridad, seis años después, las expresiones ciudadanas muestran que el ejército mexicano y no las nuevas policías, son los garantes de la seguridad.
Sera entonces necesario apuntar que el fondo del rezado que hay en materia de seguridad, en la que los resultados son inapropiados bajo la dirección de los tres generales y un comisario. Pudiera haber un choque de identidad entre los mandos militares y los 1,700 policías certificados y 800 más que no gozan de esa clasificación.
O bien hay fallas severas por parte de los organismos encargados de la certificación. Ya que los tamaulipecos están ciertos y enterados por sus autoridades que tienen en las calles una policía certificada y confiable.
Pero lo anterior repugna, cuando los ciudadanos ante un hecho de inseguridad recurren a las fuerzas miliares y de la marina, no así a la denominada fuerza Tamaulipas, para que conozcan de algún ilícito o irregularidad.