Transcurre el periodo de «Inter campañas»(lo que sea que ello signifique) y los acontecimientos parecen confirmar la idea de que el año 2015 pinta un escenario funesto en la legítima aspiración de retornar al voto ciudadano el papel que dignamente merece.
Las evidencias que paulatinamente se van acumulando parecieran apuntar al incómodo hecho de que en esta elección intermedia, los mexicanos no votaremos por los mejores hombres y mujeres postulados por nuestros Tres Veces Heroicos Partidos Políticos Nacionales, sino que una vez más, terminaremos entronizando con nuestro voto u abstención a una granada selección a la que eufemísticamente podríamos bautizar como «Los Menos Peores».
Perdón por la temprana descalificación, pero basta con echar una ojeada a los procesos internos desarrollados por la totalidad de los partidos políticos mexicanos para darnos cuenta de que nuestros Padrotes de la Patria una vez más han recurrido al añejo garlito de hacernos creer que de verdad realizaron una sesuda y desinteresada auscultación de sus huestes, cuando a todas luces a sido evidente que en la totalidad de las fuerzas políticas, la asignación de candidaturas no fue otra cosa que una vergonzosa feria de cochupos, compadrazgos y trastupijes.
Así que si a usted amable lector le quedó la sensación de que con todo y su ineludible cauda de 7 millones de spots en medios electrónicos, el proceso de «contienda interna» de los partidos «no le supo ni a melón»… No se angustie, en realidad no se perdió de novedad alguna.
¿A quién pretenden engañar nuestros Padrotes y Madrotas de la Patria? La vergonzosa conducta de los partidos y sus dirigencias no hace sino contribuir a la ya de por sí evidente y avanzada agonía de la legitimidad moral de nuestro sistema político-electoral.
Y por si fuera poco, al estilo de los más mediocres futbolistas, la mayor parte de los partidos políticos optaron por la vergonzosa estrategia de cuestionar al árbitro desde los primeros minutos de la contienda, buscando curarse en salud ante su notoria falta de capacidad para participar en un proceso mínimamente creíble ante los ojos de la ciudadanía. Lo dicho: la democracia mexicana vive el estigma de ser una oveja custodiada por una voraz manada de insaciables hienas.
Por si fuera poco, mientras la podredumbre del sistema electoral avanza de manera vertiginosa, en el horizonte asoman barruntos de tormenta que presagian el peor escenario posible para una contienda electoral: el de una crisis económica que se agudiza atizada por factores que están fuera del posible control de los actores participantes de la dinámica financiera nacional.
El desalentador comportamiento del precio del petróleo y la sorpresiva recuperación de los índices de ocupación laboral en los Estados Unidos (con la consecuente recuperación del dólar ante otras divisas), ha sumido a la economía mexicana en un escenario poco alentador, que sumado a la creciente desconfianza de los actores internos en cuanto al desempeño de la administración federal, pinta el escenario propicio para una indeseable tormenta perfecta cuyas secuelas podríamos arrastrar por varios años. Si piensa que exagero, le invito a dar un seguimiento puntual a los indicadores financieros, económicos y laborales del último año y medio, estrictamente en los números . Las interpretaciones oficiales se cuecen aparte, ahí el acento es la política, téngalo en cuenta….
¿Qué viene para el país? Lamentablemente, más de lo mismo. Porque a pesar de la evidente presión social hacia cambios y definiciones más drásticas y contundentes, la «nomenklatura» tripartidista que manipula los hilos del poder sabrá mantener los equilibrios necesarios para que ellos, los que de verdad mandan, sigan manteniendo su mezquino sistema de cuotas, igualas y componendas.
Y el resto de los mortales, seguiremos, por lo pronto, conformándonos con mantener en el poder y en los espacios de representación a la nueva generación de «los menos peores».
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