Con la frase de una canción empezamos la columna, queridos lectores, tengo que sacarlo de mi ronco pecho, el tema de la semana pasada dio mucha tela de donde cortar, no me lean así, no es chisme, me encantó que sacaran las uñas y expusieran sus puntos de vista, unos aplaudiendo el respeto a la mujer y que curioso nadie se opuso al tema, sino al contrario se pasaron de inteligentes. Resulta que salieron mas listos (los hombres), comentando que si tanto estamos peleando nuestro lugar, nuestra igualdad, que entonces trabajemos porque ellos ya están cansados de ser el sustento por tantos años y que ahora trabajemos nosotras y los mantengamos; cómo ven? Es real, esto esta sucediendo ahora mismo, “Listillos” desde chiquillos.
Hombres lectores de esta columna, lean bien esta parte: alzamos la voz todas las mujeres para que nos respetaran, nos dieran el valor que nos corresponde, la igualdad a la que tenemos derecho, el lugar que nos merecemos y hemos ganado, no estamos pidiendo algo extraordinario, no pierdan la poca hombría que les queda con ese pensar tan tonto y hermético, ambos sabemos cuales son nuestras responsabilidades y también nos estamos dando cuenta con qué mas podemos apoyar a nuestra pareja y a nuestro hogar. Y mujeres, por favor, cada una por cuenta propia valorese y reclame el lugar que se merecen, no esperen que nadie mas venga a pelear por ustedes, tengan tantito amor propio. Se los dejo de tarea.
Pero el tema de esta semana no es este, esta vez abordaremos otro que nos acontece en nuestra vida diaria, eso que esperamos con ansias de nuestro afamado gobierno: acabar con la delincuencia, con las injusticias, con todo ese desorden en el que se encuentra nuestro país y para qué? Para que nuestros hijos tengan un entorno mas seguro, estable y sobre todo justo; pero seamos realistas es prácticamente imposible que el gobierno en cualquiera de sus niveles logre tal cosa; y es que no depende solo de ellos que esta situación acabe, nosotros como ciudadanos y padres que somos tenemos también gran parte de responsabilidad, pues la justicia, el respeto, el orden, la cortesía se enseña en casa desde pequeños.
Cuando estamos en una reunión y nuestros hijos andan jugando, nosotras los observamos, para que no se lastimen, para que no le hagan daño a alguien mas, en fin para estar seguras que se encuentran bien y están jugando correctamente; termina la reunión y nos vamos a casa con nuestros hijos, de pronto a uno de ellos le vemos un juguete que nosotras jamás le compramos, le preguntamos sobre su procedencia y el niño responde que siempre a sido de él; como madres sabemos perfectamente cuando mienten y mas cuando se trata de juguetes, pues quien mas que nosotras que les compramos las cosas y sabemos cuales han sido regaladas, con la pena encima y todo pero debemos hacer lo correcto; y no es hablarle a la mamá del niño y decirle que nuestro hijo se trajo un juguete sin darse cuenta, no lo justifiquemos, regresemos y dejemos que nuestro hijo se haga responsable de su acto, que él sea quien devuelva y dé explicaciones, que pida disculpas y sobre todo, regresando a casa tengamos una plática con él sobre su acto, decirle que eso, aunque fue solo un juguete, es un robo y si él cuando esté grande lo hace con otra cosa, irá a la cárcel, que sepa que habrá consecuencias muy graves.
A cuantos familias hemos visto que andan en los parques y no tienen ni la mas mínima idea de lo que es el respeto a nuestros pocos espacios para disfrutar; tiran basura donde les viene en gana, los niños andan en bicicletas y muchos de nosotros no los supervisamos para que no le den un golpe a otra persona.
Andamos en el coche y si nos pasamos un alto, lo festejamos o peor aún los niños lo festejan, claro es buenísimo enseñarle a nuestros hijos a que violen las reglas (sarcasmo); nos encanta que aprendan de los mejores como se infringe la ley (sarcasmo otra vez); es un acto hermoso ver a nuestros hijos aprender de nosotros como se tira la basura por la ventanilla del coche, si, no importa que sea un papelito, es basura (y sarcasmo una vez mas); es increíble como captan los niños su atención en nuestras acciones, mas que en nuestras órdenes. Si en el super nos estacionamos en lugares indebidos, si le damos dinero a algún oficial de tránsito para que no nos ponga una infracción, si nos metemos en la fila del banco, si en lugar de denunciar ante las autoridades correspondientes algún delito, queremos tomar justicia con nuestra propia mano, si nos escuchan decir: “no pasa nada”, “esto no se debe hacer así pero solo por esta ocasión”, “tú no hagas esto, porque esto no se hace”, ahí justo ahí estamos educando a un tramposo, a un delincuente.
Señoras y señores, los delincuentes no nacen, se hacen; cuando no hay una educación en casa, cuando los valores no están bien fundados, la falta de atención de parte nuestra, los ejemplos que ven en nosotros, las restricciones que les ponemos, pero sobre todo y sobre cualquier cosa, el amor que les damos desde que nacen.
Qué nos pasó? En qué nos perdimos?, De nada sirve quejarse de que no vemos cambios en nuestra ciudad, de nada sirve estar culpando a otros por acciones que están en nuestras manos cambiar o mejor aún eliminar de raíz.
Queremos grandes cambios, cuando no somos capaces de hacer pequeñas diferencias; si muchos piensan que los niños son el futuro del mundo, que son los que gobernarán bien y mejor al planeta, pues eduquemoslos de manera que eso sea un hecho desde hoy. O queremos ser los padres de un funcionario público defraudador, que se deja sobornar y embaucar en actos delictivos?.
Nuestros gobernantes tienen mucho trabajo en eliminar la delincuencia, darnos esa seguridad que con emergencia necesitamos, pero esta en nosotros cambiar el futuro, ese que vivirán nuestros hijos y que quizás no nos tengan para protegerlos. Estamos a tiempo de formar a nuestros hijos con honestidad, respeto, fieles a sus convicciones y a la educación que con esmero les damos.





